viernes, 17 de diciembre de 2010

Lagrimas rojas

Era una noche oscura, el cielo mantenía su silencio inquebrantable bajo la atenta mirada de los astros mientras el tiempo se veía congelado en una danza de sombrías brisas nocturnas que despertaron de su etérea existencia diseminadas por un leve suspiro procedente de un tejado no muy lejano.
En medio del mar de pizarra que cubría los tejados se hallaba un cuerpo, casi inerte, que devoraba las últimas horas de su vida en el gélido aliento de la noche. Se encontraba frente a la noche sin ningún motivo. Ese no era su lugar, aunque tampoco tenía otro al cual poder ir. Se hallaba cara a cara con la luna y el abismo que los separaba era cada vez más diminuto.
Su aliento empezaba a congelarse en medio del glacial manto nocturno, su respiración se aceleraba como si con ello pretendiese calentar su cuerpo, sin embargo no era más que un último impulso de supervivencia, de repente dejó de respirar.
Su boca, aun titubeante, susurraba impronunciables palabras hasta que emitió un último grito capaz de helar más que las impasibles temperaturas nocturnas y con el cual devoró el último pedazo de vida que conservaba. Su inerte cuerpo se mantenía reposado en una vieja chimenea de ladrillos rojizos que le hacía de improvisada lapida mientras el viento emitía un último adiós con una suave brisa para posteriormente silenciar la escena.
Sus ojos permanecían abiertos mientras su cuerpo iba cubriéndose de una fina capa de escarcha. Con el tiempo la nieve acabó cubriendo la mayor parte de su cuerpo, solo quedaba la cabeza y una mano que sostenía una botella de whisky barato, pero su cadáver seguía reposado sobre la chimenea con los ojos abiertos como si pretendiera ver algo, un algo que no vería pues dejó este mundo hace tiempo.
La nieve continuaba aglomerándose alrededor de él y finalmente cubrió la mano dejando escapar la botella que tras rodar por todo el tejado acabó rompiéndose en el suelo y desparramando por el suelo el poco contenido que le quedaba.
Sus pestañas a duras penas podían resistir el frío y empezaban a helarse creando pequeños cristales en sus cavidades oculares, pero que no conseguían apartar su mirada del horizonte.
El tiempo avanzaba a paso lento y gélido pero avanzaba implacable hacia un nuevo día, el cual despertaría cubierto de nieve.
La noche empezaba a extinguirse, los primeros rayos de sol calentaban tenuemente el cuerpo sin vida que emanaba finos ríos de sangre de sus ojos a causa del hielo que se había fraguado con anterioridad y que moteaban de rojo la blanca capa de nieve que lo cubría.
El cuerpo lloraba, lloraba porque por primera vez pudo contemplar el amanecer y en otras circunstancias esas lágrimas le hubiera hecho ser el hombre más feliz pero en esos instantes solo lo convertían en un recuerdo que se marchó con el viento nocturno, quedándose con las ganas de hacer algo, un algo que hizo demasiado tarde.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Eres

Eres el sueño que olvidé por despertar
La copa medio vacía que se consume en el desván,
Una nube que ya nunca llamará
Las cartas, que las lágrimas borraran.
Un espejo que el sol petrificará,
Las gotas que se evaporarán.
Eres la canción que entre músicos enmudecerá,
Y la luz que en penumbra, desea resplandecer.
La lluvia que el agua secará
Y el sueño que entre aromas despertará,
La luna que entre destellos enmarca la soledad.
Las estrellas que cuelgan los besos
Y los vientos que los acercan,
Para estos versos con la vida finalizar.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

ama-gi libertas

hoy, por primera vez, algo de "mi teatro" esta obra en concreto es algo breve e inspirada en el estilo de los siglos XVI y XVII espero que os guste esta faceta menos conocida
Acto 1
(En medio de una zona desértica un grupo de mercenarios y su sequito de esclavos encadenados, uno de los cuales intenta escapar.)

Deligo: Sin más camino ni destino
Aférrate a los grilletes de tu sino
Pues tus imberbes esfuerzos
Serán la cuchilla que rompa tu hilo.
Naciste esclavo en gloria del divino
Tus actos no cambiaran,
La historia de sus libros.

Vinctus: El sino es mi enemigo
Pues me acecha cual asesino.
Nunca bebí de la cosecha del aire
Mas es mejor morir herido
Que vivir sin sentido.

Deligo: irracionales sueños crecen en tu mente
Sin vida naciste pues eres materia inerte
No vivas ilusiones, haz caso al presente
Esclavo eres pues esclavo fuiste y esclavo serás.

Vinctus: más vale ser arena esparcida por el viento
Que suplicar por el aire que nunca siento
Trabajar hasta fallecer por una hogaza que ni merezco
Mientras observo cómo me enveneno con este ensueño.

Esclavo: que enciende en tu pensamiento la locura
Tus necias palabras solo ahogan tu esperanza
Por más que tus manos sean herramientas del amo
Tu mente es grano libre en el desierto.

Deligo: dejaros de sandeces pues la noche arrecia
Morar aquí locura seria
Por desdichada que sea vuestra existencia

(El grupo se dirige hacia un pequeño poblado situado en los alrededores. Entran en una gran vivienda donde los esclavos se hospedan en un cobertizo y el resto es recibido por la esposa del comerciante de esclavos.)

Deligo: inmesurables sandeces surgen de sus bocas
Endemoniados deben estar estos esclavos
O guiados por fuerzas sarracenas.

Rapina: innombrables palabras debes haber escuchado
Mas a esos desdichados no debes atender.

Deligo: todo sonido de su boca resulta trivial
Más grandes problemas pueden causar.

(En el cobertizo los esclavos se alimentan con restos de comida y hogazas de pan, mientras dentro de la casa han finalizado de cenar y los hombres se encuentran reunidos en una sala. El esclavo vuelve a intentar escaparse llegando por error a la habitación donde se encuentra Rapina)


Rapìna: ¿cual es mi castigo señor?
Mi pesar es insufrible
¿Tan mal pecado fue amar?
Busco motivos en el viento
Que me susurren un sueño para escapar
Insulsa vida me entregaste
Con un marido al cual debo soportar
Mientras mi alma espera en otro lugar
¿Porque no me dejas escapar?
Libera los grilletes que tu fuerza impuso
Desliga mis ataduras y déjame vivir
Demasiada penitencia he aguantado ya.

(El esclavo entra en la sala)

Vinctus: hermosa historia se teje en tus labios
Más incomprensible son esas palabras
Creerse desdichada al vivir en un palacio
Pensabame yo necio por querer respirar
En cambio tu deseo es quererte ahogar

Rapina: sucio esclavo, impugne no quedaras
Vuelve al cobertizo o te arrepentirás.

Vinctus: mi deseo no es volver a ese oscuro lugar
Pero no sufráis, pronto no me veréis jamás.
Si me permitierais,
Una duda de vuestra historia me deberíais aclarar.

Rapina: vuestros oídos no son dignos de escuchar tal historia
Pues ni mi boca es capaz de pronunciar sus hechos
Aunque a mi pesar dicha agonía me hará olvidar.

Vinctus: no he implorado vuestra historia
Mi duda era y será presente
Mas marcharme debo si morir no quiero.

(El esclavo huye de la sala y desaparece de la casa a la cual nunca regresará. Comienza una nueva vida como hombre libre.)

Vinctus: libertad, bien preciado al fin poseo
¿Más que debo hacer en estos momentos?
Con mi amo solía los campos labrar
¿Pero que me deparará la libertad?
Siento un extraño cosquilleo
Debe ser el aire que recorre mi cuerpo
Por primera vez huelo el viento
Y veo cosas que ni comprendo.
Extrañas sensaciones experimento
Sin embargo a pesar de ser parte de este universo
Algo extraño se forma en mis adentros
¿Que me ahoga y estruja el pecho,
Porque de golpe me falta el aliento
Será esto lo que llaman miedo?
¿Que sensación se apodera de mi cuerpo
Que quema y ruge con mis latidos
Que será lo que me espera
Serán mis últimos alientos?
No puede ser tan siquiera empiezo a nacer
Que el todo poderoso ya desea mi muerte
¿Que habrá causado su ira
No será consecuencia de mi huida?
Me encuentro perdido en este mundo
No debo caer en estos pensamientos
Pues serán la sepultura de mis anhelos.

Acto 2
(El esclavo empieza a caminar mientras sigue con su reflexión, finalmente llega a un poblado en el que consigue, con el paso de los años, un trabajo)

Vinctus: gran angustia me acogía
Más ahora sin pena ni gloria
Pasan los días.
Truculentos actos cometí para huir
Sin embargo como al comienzo he de vivir
Debo lealtad y mi trabajo
Para comer y apenas vivir
¿Es esto la libertad?
¿O en el mundo solo existe esclavitud?
No espero respuestas,
Pues me abandonaste hace tiempo
No espero tu ayuda
Pues nublaste mi cerebro.
A mal destino me acogí
Mi pena sigue en vida
Solitaria pena ahora me cobija
¿Más he de estar agradecido
Por intentar vivir?
Quizás exista algo más allá
Pero el hombre libre
Carece de tiempo para buscar
Encomendándose a vacías palabras
Que a nadie hacen pensar.
Debe ser esto la libertad
Poseer y desear todo
Sin tener nada que amarrar
Incrédulo el hombre que aspira volar
Porque el tacto de las nubes le haga soñar
Únicamente acelerará su final.
¿Siendo esclavo poseía libertad?
¿Siendo libre poseeré libertad?
Quizás sin ella es cuando mi cuerpo,
Vuelva a respirar.
Encadenado al mundo estoy
Pues danzar puedo
Mas de elección carezco
¿Será cosa del sino
O sueños perdidos?
Viles mentiras se predicaban
Mi vida ha sido gastada,
Cuantas historias en mi cabeza se formaban,
Ahora con el arduo sudor serán borradas
¿Sera la vida mi grillete,
La muerte deseada llave?
Puertas del eterno,
Entrada al subsuelo
¿Seréis el camino a mi anhelo?
Sumisa vida para libre muerte
Será mi lema en el presente.
Mis manos manchadas de mentiras
Serán ensuciadas con mi vida
Siendo mí tumba aire
Mi prisión mi libertad.

(El esclavo se suicida)

lunes, 8 de noviembre de 2010

Somos

Eres el fuego que calma mi sed,
La brisa en el atardecer.
Soy el cuerpo muerto,
El corazón latiente.
Eres la idea que mi corazón desboca,
La noche y el amanecer.
Soy la luz que amaina,
Las fuerzas que se desgastan.
Eres ángel sin aureola
Flor que deshojada llora.
Cuerpo que en la noche se evapora,
Persiguiendo una vida mejor.
Soy el héroe vencido en tu colchón,
Besos cristalinos por robar tu sonrisa,
Ladrón encerrado en tus desaires,
Lágrimas irreales, sueños mortales.
Somos aire libre y roca insensible
Somos sueños esperanzadores y realidad funesta
Somos el todo y la nada,
Somos recuerdos que se nublan,
Somos ayer, hoy y mañana.

domingo, 31 de octubre de 2010

Mela II, confesiones de un diario oculto (fragmento del texto original)

Bueno sinceramente no sé porque te escribo esto, pero supongo que por el mismo motivo me siento obligada a decírtelo y en parte me veo incapaz de decírtelo a la cara porque sé que pasará aunque me niegue a aceptarlo y no sé porque motivo pero eres el pensamiento que ocupa mi mente en todas las horas, la imagen que tengo cuando despierto y el último suspiro antes de dormirme.
Sinceramente aun no logro comprender el porqué se ha creado esta cosa hacia ti, ni porque por mucho que lo intente no puedo hacer que desaparezca.
La verdad, no sé qué decirte porque tengo miedo de todo, tengo miedo de perderte y que pueda ser definitivo, porque sé lo que hay, y habrá un punto en que seguramente te cansaras y todo se terminará. Tengo miedo de que ya no me mires ni como a una amiga, que ni siquiera me mires como a una desconocida. Supongo que tengo miedo a perderte, aunque ni siquiera te tenga pero es que no sé ni como decirte esto porque es tan complejo que después de tanto tiempo y de tantos esfuerzos por olvidarlo o tan siquiera poder controlarlo, aun no logro nada más que seguir teniéndote presente en mi mente.
No sé, me gustaría poder decirte que me ausentaré un tiempo y luego se me pasará pero ya sabes que siempre que lo he intentado he caído y no he podido separarme de ti. Sinceramente cuando me he alejado un centímetro de ti es cuando más deseaba estar a tu lado, aunque ni siquiera me hicieras caso pero ya no sé qué decirte que no sea que ojala aquel momento en que me cogías, me abrazabas o simplemente me hablabas o mirabas no se acabara nunca porque no sé porque pero eres demasiado importante para mí y no sé qué haría si por lo que fuera pasara algo y las cosas se olvidasen.
Supongo que todo esto viene porque no logro decirte todo lo que me importas, o porque intento que no sea así, pero hay tantos momentos en que echo de menos cosas tan insignificantes como una simple sonrisa en tu cara, el sonido de tu voz, el calor de tu presencia o simplemente tu imperturbable aliento al respirar que no comprendo cómo aun no he sido capaz de decirte nada.
En parte no sé si hago bien contándote esto porque las cosas seguramente han cambiado pero supongo que tienes derecho a saberlo y a hacer lo que creas más conveniente porque soy incapaz de separarme de ti pero si te molesta todo esto que siento creo que tienes que saberlo y pasar de mí o lo que creas más adecuado, porque lo último que quiero es que te sientas molesta o incomoda y más si es por mi culpa.
Si pudieras llegar a entender cuanto te echo de menos y cuanto te deseo cada noche de mi nueva vida, las veces que mis lágrimas han dibujado tus recuerdos en mi almohada y las ganas que tenia de cobijarme bajo tu frio abrazo mientras me sentía amenazada por el aliento de un nuevo día.
Muerte, si pudieras volver a escucharme me gustaría que supieras que tienes el último soplo de mi corazón y que mis labios despiertan titubeantes tartamudeando tu nombre mientras esperan llegar a un túnel que apague la luz.

viernes, 22 de octubre de 2010

soñar en sueños

Se perdían en el viento los susurros de tu voz,
Quemando la caja que te guarda en mi interior.
Se silenciaban los gritos de dolor,
Transformando un abrazo eterno en un gesto precoz.
Escucharte respirar es demasiada distancia,
Poderte acariciar, algo que no sucederá en la realidad.
Conquistar tu mirada, fantasías para olvidar,
Dormir para despertarme y empezarte a pensar.
Revivir el antiguo futuro
En que nos solíamos encontrar,
Olvidar ese ente que no compartiremos más.
Recordar las pasadas historias
En que mi corazón solías habitar,
Despertar y transformar los sueños en realidad.

lunes, 11 de octubre de 2010

Tras el humo de los sentidos

Humo, cada mañana abrimos los ojos para ver un abanico casi infinito de posibilidades en nuestra vida, pero todo es humo. Un humo que entela nuestra mirada confundiendo a nuestros ojos con falsas imágenes que se postrarán en nuestra retina como si fueran un tatuaje no deseado. Una capa gaseosa tan fina que es casi inapreciable para nosotros, quizás porque desde el mismo día en que nacemos ese humo ya forma parte de nuestra vista pero a pesar de su escaso grosor presenta una densidad tan elevada que no podemos definir nítidamente ninguna de las imágenes que se esconden tras ese muro humeante, reduciendo nuestra visión a la mera intuición.
Sin embargo aun nos quedan cuatro sentidos más con los cuales podremos desnudar la realidad.
Podremos alzar la mano entre las cortinas de humo y buscar una textura, un cuerpo al que aferrarnos y palpar su contorno. Buscamos algo en nuestra ceguera ya que sentirnos sujetos nos da la seguridad de que hay algo a lo que podemos aferrarnos puesto que no sabemos que es, pero al menos, está ahí.
¿Pero a que nos aferramos? ¿Qué sienten nuestras manos al sujetar ese elemento? Se aferran a lo primero que encuentran en su camino, simplemente se aferrarán a la indiferencia y a la conformidad.
Si, ahora estamos ciegos y nuestro tacto actúa sin lógica pero quizás alguno de los demás nos sirvan para poder distinguir puramente lo que hay ahí.
Nos queda el gusto y el olfato. Podemos respirar profundamente y abrir nuestra boca para que nuestra nariz distinga los aspectos del olor que nos rodea y poder forjar una leve imagen en nuestra mente o dejar que nuestras pupilas se llenen del gusto que se esconde fuera de nuestra boca pero nos encontramos que nuestros orificios se llenan de humo, nuestra boca recibe un gusto insípido y vomitivo mientras que nuestra nariz siente la indiferencia de un aire que no le transmite nada o que como mucho lo pudre lentamente.
Lentamente perdemos la esperanza de poder siquiera imaginarnos algo sin la distorsión que implica encontrarse en esa situación porque a través del humo imaginamos, por no decir mejor que creamos a través de simples intuiciones, aunque la imaginación en el fondo sea eso.
Finalmente nos encontramos no sabemos dónde, únicamente con la esperanza de escuchar algo, un sonido que llegue a nuestros oídos y encienda un minucioso mecanismo que creé una reconstrucción del lugar donde nos encontramos. Nos quedamos en silencio con la intención de divisar ese sonido y a los pocos instantes nos encontramos bañados por una infinita cadena de percepciones auditivas. Son tantos los sonidos que captamos que nos parece estar en ningún lado, de repente todo se desvanece, nos encontramos sumidos en un silencio total, quizás teníamos la sensación de que al no escuchar nada podríamos distinguir algún sonido pero no se percibe nada. Todo está en silencio y como mucho alguien será capaz de escuchar sus pensamientos, pero estos le serán inútiles para distinguir la realidad.
¿Entonces como saber que hay al otro lado de la pared humeante? ¿Qué hay en la realidad? Dudosos y vencidos, soltamos un suspiro que crea una pequeña brecha en el humo, a través de la cual creemos encontrar la respuesta a nuestras preguntas e inquietudes pero a la otra banda únicamente hay un cuadro, una imagen aun húmeda por la pintura y nuestra mente se vuelve a llenar de preguntas cerrándose nuestro dialogo interno con un ¿habrá algo tras esa capa de pintura?
Que alcanzará su culminación con el último suspiro, ese que se oscurece con nuestra última duda ¿existirá la realidad?

lunes, 27 de septiembre de 2010

Die nacht

Es estrella tu mirada que ilumina
La noche de mis sentidos.
Es tu luna destino de mis caricias,
Sueños inacabados aun por despertar.

Aire oscuro me hipnotiza,
Destellos de luz de tu sonrisa.
Aromas y sombras me desvelan,
Todos los colores bajo la noche juegan.

Las sombrías horas se marchitaban
Arrastradas por el claro día,
Efimera imagen, por siempre dormida.

Tejados oscuros iluminados por el destino
Claro desvelo descubre el calor del rocío
Silencioso asesino, de un sueño perdido.


El canto del día acostaba la sinrazón,
Durmiendose toda esperanza en el corazón.

domingo, 26 de septiembre de 2010

palabras de luz

Recuerdo aquel trece de enero como si fuera hoy. Recuerdo como la vida pasaba delante de mi nublada visión y tan solo era capaz de esperar que llegara el tren que perdí o quizás un tren fantasma que nunca llegará. Recuerdo que estaba solo en la estación, tenía un billete, un trozo de papel que me encadenaba a un viaje seguro pero ¿porque era incapaz de poder decidir por mí mismo? ¿Porque no distinguía entre mis deseos i mis fantasías (o esperanzas)? Puede ser porque los seres humanos estemos limitados por nuestras experiencias; son la prisión de nuestra conciencia pero al final el alma humana siempre buscará la verdad y no encontrará más que los trozos de un billete, roto por miedo, roto como mil sueños quebrados en el agua de agosto. Partículas de papel que solo quieren que tu cuerpo y tu alma estén solos, ¿es la solución? No lo sé pero que bien sabe esa sensación. Que descansen para siempre y si no puede ser al menos que lo hagan durante el tiempo suficiente para que todo el hielo esté fundido, mientras estos pensamientos dominaban mi mente un ágil destello provocó que me levantara de mi asiento. Podía ser el guarda de la estación. No, no era él, tampoco era una persona que hubiese visto anteriormente y tampoco parecía un criminal, de repente empezó a hablarme

-¿Porque rompiste el billete que te sacará de ese agujero infernal?

-no lo sé, pero mi fuerza desapareció, al igual que las lluvias al entrar en mi rincón.

-¿crees que esconderte y dejar pasar la vida será la solución? ¿De qué sirve una solución si no te importa nada que solucionar?

-no quiero esconderme, ¿pero qué otra opción me queda? Quiero solucionar, quiero olvidar y que todo vuelva a la normalidad pero ¿cómo?

-aun tienes una opción, la de cambiar el mundo, la de pintar sonrisas en las lagrimas… tienes la oportunidad de vivir, no la malgastes echando tus últimas oportunidades en un pozo sin fondo.

- es fácil hablar, cuando la vida te sonríe, es fácil dar consejos y difícil ponerlos en práctica…

-si, no voy a negar que la vida me sonría, ¿pero has olvidado que a ti también te ilumina cada mañana? ¿Has olvidado que tienes un mundo que abandonaste para descubrir nuevos horizontes? Quizás todo esto no sea suficiente para aclarar las dudas, quizás tengas que indagar en el pasado para recordar lo que querías y mirar en el presente y preguntarte ¿porque si las cosas no han cambiado tu no das el paso?

-la vida no sonrió en mi sombra, como mucho pude maquillar sus tenues rayos para que parecieran menos profundos. La gente cambia con el tiempo, con las acciones… con la vida.

-las cosas realmente importantes siguen ahí, puede que no las veas, pero lo importante es invisible para el hombre.
-¿crees que puede ser eso importante? ¿No sufro por perderlo?

-¿quien dijo que las cosas realmente importantes duelan? ¿Si es importante no deberá servir para que te erijas sobre unos fundamentos?

-nadie dice lo que son las cosas, pero si sufres será por algo.¿Qué importancia tienen los fundamentos si estos se construyen con cartón?

- no sabes la verdad que tienen tus palabras, no puedes llegar a adivinar lo que guardas dentro de ti, no malgastes ese potencial escondiéndote por miedo a sufrir, a vivir de nuevo. Como tú dices: -si vivimos es porque tenemos miedo de la muerte, entonces ¿porque nos escondemos, tendremos también miedo a la vida?

-nadie dijo que tuviera miedo a la muerte.

-entonces ¿a qué tienes miedo? ¿A la vida? ¿A la gente que te aprecia y a la que aprecias? ¿A todos los que lucharon por ti? ¿O puede que tengas miedo de ti mismo? ¿Que no quieras causar más dolor en tu interior y en el de los demás?

-puede ser que no desee mas heridas, pueden ser tantas cosas…

- no te has parado a pensar que tus manos no provocaron más sangre que la que salía de ellas por luchar por lo que querías, por construir castillos y crear sueños dentro.Tus acciones no fueron errores, mucha gente querría sentirse arropada cada noche con la manta que tinto la sangre en la arena.

-la gente, ¿que mas da la gente? Es solo un grupo, un colectivo, una nada inmensa. Y para un individuo solitario esas cosas carecen de significado.

-cambia a la gente por esa persona que espera a cada segundo que le llames, por esa vida que estuvo siempre y que calentaba lo que el frió intentaba congelar.

-sabes ya que no quiero más sufrimiento

-¿sufrimiento?¿Pero no ha sido siempre algo especial para ti?

-Si

-has dicho que no quieres más dolor, y la persona que curó gran parte de tus heridas, esas personas, porque no son solo una, ¿merecen sufrir?

-no, tienes razón. ¿Pero qué puedo hacer yo?

- simplemente renace, se el fénix que una vez vi volar, surca los cielos y cuando tus cenizas caigan a la tierra renace y vuelve a alzarte, yo sé que lo harás, podré ver un lugar hermoso allí donde emprendiste tu vuelo.

-gracias por todo

-no debes darme las gracias

-¿puedo pedirte un último favor?

-claro

-dime tu nombre

-ya lo descubrirás por ti mismo, ya sabrás quien fui si esta conversa sirvió de algo.

Sonrió y allí, en aquel anden, esa imagen translucida con la que hable desvaneció de la misma forma con la que había aparecido y en su lugar se encontraba un pequeño ticket, ¿sería posible? sinceramente no lo sé pero aquello era magia y si no fue así poco falto. Lo recogí del suelo y me senté a esperar el primer tren pero ahora todo era diferente, desde hacía mucho tiempo no sentía ese calor en mí, eran las ganas de vivir, de correr de ver solo agua en los ríos, de sentir únicamente la vida en su grandeza. Volvieron las ganas de desear todo, pero los caminos que se han de emprender en estos momentos necesitan algo más que ganas…Pero era feliz, había vuelto a nacer y seria cosa del tiempo que consiguiera lo que en estos momentos carecía en mi interior para retornar. Estas eran las palabras que se adueñaron de mi mente mientras miraba el paisaje desde un cristal y no dejaba de mirar al cielo y de sonreír.

-gracias, gracias por todo.

Eran los murmullos que salían de mi boca y un abuelo sentado frente mío replicó:

-de nada muchacho.

Y empecemos a reír los dos, porque esta es la magia de la vida, esos segundos que crean la felicidad, esos instantes que vale la pena redescubrir, y que no sabes porque pero hacen que vuelvas a volar, a disfrutar, a vivir…

Cita en un segundo

Noelia dice:
Ola cariño (L)
Bert dice:
Hola
Noelia dice:
Como t va todo??
Bert dice:
Bien a ti?
Noelia dice:
Con ganas d vert
Bert dice:
Ok
Noelia dice:
Podemos kdar??
Bert dice:
Como quieras
Noelia dice:
(K)
Bert dice:

Noelia dice:
Pasa algo vida??
Bert dice:
No nada
Noelia dice:
Seguro?? Sabs q no quiero que m preocupes
Bert dice:
Trankila no es nada, quedamos a las 7 en el parque?
Noelia dice:
No puede ser antes?? Tengo ganas d pasar todo mi timpo contigo
Bert dice:
No t va bien a esa ora? Lo podmos djar pa otro dia
Noelia dice:
Si pero quiero estar mas timpo junto a ti
Estare a las 7 en el banco d siempre
MUAK tqm*amor
Bert dice:
Yo tambin
Adiós
Noelia dice:
Dew videta(L)
Bert cerró sesión

Noelia cerró su ordenador, de repente se dirigió al baño y empezó a arreglarse. Su tiempo se veía ocupado en ponerse lo más guapa posible para Bert, deseaba ser lo más similar posible a las princesas de su infancia. Si, puede ser algo infantil pensar eso y más cuando tienes 17 años pero así era ella, solo quería lo mejor para su Bert aunque ello implicara cosas tan absurdas como esa. Pasó todo el tiempo posible acicalándose e inventando mil diseños para su peinado y su maquillaje, al final se decidió por algo sencillo, dejó su pelo al natural, libre y suelto, con el lápiz de ojos trazó una leve silueta alrededor de ellos e hizo lo propio con el pintalabios, un tono melocotón, cálido pero más bien tenue, casi inapreciable. Cogió las últimas piezas de ropa que había comprado y decidiose por un tejano medio desgastado, una camiseta de tirantes y una camisa verdosa que llevaba atada en nudo. Estaba lista para su “principito”.
Quería llegar un poco más tarde para que la esperara pero no podía aguantar la idea ya que eso implicaría estar menos tiempo junto a él, le quería ver ya, es más lo necesitaba. Por eso llegó varios minutos antes con la esperanza de verlo por si él también decidía acudir temprano pero al llegar al parque buscó el lugar donde se encontraba el banco en el cual habían quedado y al contemplar que este estaba vacío se desdibujó la silueta de su sonrisa.
- Aun es pronto. Dijo mirando su reloj y observando que aun faltaban diez minutos para las siete. Su mente creaba una conversación interna diciéndose que debería estar al llegar, que aun era muy pronto y que en cualquier momento la sorprendería tapándole los ojos y dándole un dulce beso en la mejilla y luego…, luego se sentaría a su lado y la acariciaría mientras le susurraba al oído que no sabía cómo podía haber aguantado sin verla antes, como los te quiero procedentes de su boca se fundirían en sus oídos y harían nacer una inocente sonrisa en su boca que le diría en medio del silencio más profundo: -tonto yo también te quiero. Se imaginaba la escena y no podía parar de imaginar que después él acariciaría su nuca y con la otra mano cogería con fuerza la suya y lentamente acercaría sus labios hasta el punto que ella pudiera notar su respiración y temblor, se veía atontada imaginándose si la besaría mil veces o en cambio la pasión del momento se grabaría en un beso casi eterno, dudaba si aún faltaban cinco minutos o 300 segundos para que sus pensamientos se hicieran realidad y mientras tanto esperaba sentada. Esperaba creando miles de cuentos e ilusiones y con cada una de ellas las manecillas del reloj parecían girar a mayor velocidad pero ella era ajena a todo, solo imaginaba, pintaba historias con sus fantasías y luego rezaba para que se hicieran realidad y con la tontería dieron las 19:18 aunque ella seguía pensando que aun eran menos cinco y en cualquier momento llegaría.
Durante un instante despertó de sus pensamientos y observó la hora que era, de repente su mente volvió a llenarse de pensamientos, - debe de haber perdido el tren o quizás se ha parado en una floristería a comprarme flores y debe retrasarse por eso, es que es un cielo, seguro que se presenta con un ramo de rosas rojas y blancas o mejor aún, quizás me traiga uno de claveles estriados y crisantemos, - ojala sean amarillos, espero que se acuerde que son mis preferidos o a lo mejor me trae una flor de zinnia con un osito de peluche, es que es un encanto, suerte que le tengo, no sé qué haría sin él. Mientras se repetía una y otra vez que estaría al llegar sacaba su pequeño espejo de bolsillo y contemplaba si estaba lo suficientemente guapa para cuando llegase. Se miraba y se veía más guapa que nunca pero aun así no le parecía suficiente, mientras el tiempo corría ella susurraba un juramento al pequeño espejo, - por favor hazme la chica más guapa, conviérteme en alguien perfecto para que así Bert se sienta tan orgulloso de mi como me siento yo de tenerlo a él. Tras estas palabras volvió a cerrar los ojos y de repente unas manos la abrazaban desde atrás y le susurraban al oído que ya era perfecta, que antes de conocerla ya estaba orgulloso de ella y que sería capaz de dar cualquier cosa para poder vivir en ese diminuto espejo para así estar siempre a su lado y poder ver el reflejo de su rostro siempre que se mirara en él. Entonces ella se giró viendo solamente un grupo de niños jugando y una pareja de ancianos que alimentaban palomas con pequeñas migas de pan, cuanto deseaba que dentro de 60 años ella pudiera ocupar ese banco y dar trocitos de pan a las palomas junto a su Bert. Volvía a soñar en ese banco, antes lo había hecho innumerables veces siempre bajo el abrigo de los brazos de su principito pero ahora lo hacía únicamente con el recuerdo de esos momentos y las esperanzas de que estos fueran de nuevo realidad en breves instantes. Mientras se abrigaba con el calor de las imágenes que suministraba su mente se quedó dormida durante unos minutos. Las manecillas del reloj giraban, el viento iba enmudeciendo los jubilosos chillidos de los niños que iban desapareciendo bajo la llamada de sus madres, la pareja de ancianos que una vez agotada su bolsita de pan se levantaba desvaneciéndose lentamente hacia la parada de autobús más cercana. La gente iba abandonando lentamente el lugar y las sombras de la noche acechaban mansamente los arboles y farolas del lugar hasta el punto que Noelia estaba sola en aquella zona del parque, estaba sola y envuelta en sueños. Eran las 20:03, ya llevaba media hora dormida, mientras tanto su móvil había sonado emitiendo los zumbidos de la vibración sin que ella se percatara y pasados unos minutos empezaba a abrir temerosamente los ojos observando como en ese tiempo en que se había entregado al sueño todo había cambiado, los gritos eran silencio, la gente sombras y estas se cosían entre ellas ahogando los diminutos destellos que emitían las farolas que bordeaban los caminos del parque como si gastasen sus últimas energías en sobrevivir en vez de en alumbrar. Miró a su alrededor y solo vio como la noche iba pintando los arboles con su magia, como todo era cada vez más silencioso y bonito, como el frio empezaba a adentrarse en la escena y a susurrar con el soplido del viento para que las temperaturas bajaran de forma impasible. Noelia se preocupó al ver que no había nadie allí, que no estaba Bert. Miró su reloj que seguía con su particular movimiento devorador de segundos con el cual se tragaba un poco de luz y calor. Empezaba a refrescar pero seguía allí esperando, los temblores y escalofríos no tardaron en acogerla pero ella mantenía su espera, cada vez más angustiada y preocupada por si realmente le había ocurrido algo, seguía sentada en el banco y no paraba de pensar porque no estaba ya ahí, cogió su teléfono para llamarlo y descubrió el mensaje que le habían enviado mientras dormía. Rápidamente lo leyó ya que era de Bert.

Bert:
Ola guapa kreo k llegare un poco mas tarde no te preocups me an salido un par d cosas. Tk.

En esos instantes su rostro volvía a iluminarse y mientras apretaba sus manos contra su pecho el frio que sentía iba desapareciendo, se repetía que tendría un buen motivo para llegar tarde que en cualquier momento llegaría que él la había avisado pero ella no se había enterado y que en el fondo era culpa suya, se sentía mal por pensar que no llegaría, es mas se sentía culpable de dudar de él. Volvió a acomodarse en el banco de madera mientras se entretenía observando las flores que tenía en frente, deshojándolas mentalmente. Su mirada había acabado de arrancar todos los pétalos del pequeño jardín cuando dieron las nueve de la noche aunque para ella la sensación era que el tiempo no había avanzado tanto, es mas ya ni miraba el reloj, esperaba sin preocupación mientras las estrellas nacían sobre ella.
El tiempo seguía avanzando implacablemente sin que se percatara, de repente su teléfono sonó, era su madre.

Mama: - ¿cariño donde estas? te estamos esperando todos para cenar.
Noelia: - tranquila mama estoy bien, estoy esperando a Bert que ahora viene, seguramente iremos a cenar fuera no te preocupes.
Mama: - no tardes en llegar, sabes que no me hace gracia que llegues muy tarde y menos si vuelves sola.
Noelia: - mama no pasa nada estoy con Bert no te preocupes. Adiós!

En ese instante colgó haciendo que su madre no pudiera responder.
Pasaron unos veinte minutos en los que se quedo muda, casi absorta mirando las sombras que creaban los tenues rayos de las farolas que junto a ese toque mágico que otorgaba la luna la encandilaban e hipnotizaban haciendo que su abstracción fuera mayor.
Eran las 21:30 pero todo seguía igual, cada vez hacía un poco más de frio, todo era un poco más oscuro y ella seguía esperando en el banco con las mismas ganas que dos horas antes, empezaba a tener hambre, durante unos breves instantes pensó en llamar a su madre y que la fuese a buscar pero rápidamente erradico dichas ideas de su cabeza, no podía hacer eso, tenía que esperar a que llegara su principito y entonces se irían los dos juntos, él la invitaría a cenar y luego se pararían en cualquier terraza a tomar un helado mientras miraban como las calles estaban semidesiertas. Cada vez tenía más ganas de verlo, necesitaba poder respirar el aire que expulsaba su boca y dormirse entre sus brazos, porque aunque no era tarde se encontraba cansada y le encantaba acurrucarse junto a él y adormecerse con el suave aroma de su colonia.
Pensó en llamarlo para ver donde se encontraba y si prefería quedar en otro lugar, pero no lo hizo, esperó un poco más, concretamente esperó el tiempo suficiente como para volver a dormirse. Sus parpados volvían a ceder al sueño y mientras dormía soñaba que él llegaba y se iban los dos juntos, la velada era perfecta nada podía estropearla, una cena los dos solos, un paseo por las calles abandonadas de la noche y finalmente entraban a ver una película de sesión matinal a la cual solo asistían ellos dos, todo era perfecto, tan perfecto como un sueño que se extinguía con el despertar de Noelia. Volvía a abrir los ojos, se encontraba en el parque, no sabía que hacia allí hasta que entendió que todo había sido un sueño, una representación onírica perfecta pero un sueño al fin y al cabo. Tras despejarse levemente miro su reloj, eran las 22:52. Finalmente tomo la decisión de llamarle, cogió su teléfono y marco el numero de memoria.
Piiii piiii piiii piiii nada, comunicaba.
Volvió a intentarlo pero el resultado fue el mismo por lo que le envió un mensaje.

Noelia:
Cariño q te pasa q no contestas? No m preocupes vale? Llamame cuando puedas. Pd: tq*muchísimo. besitos.
Volvió a guardarse el móvil en el bolsillo y a esperar a que llegase o le respondiera. Sucedió lo segundo, pero tardo su tiempo en hacerlo.
Bert:
Perdona estaba ablando cn un amigo, te importa si kedamos otro dia k aora no puedo ir?
Noelia leyó el mensaje de forma incrédula pero finalmente llegó a la conclusión que había tenido que pasar algo grave para que le dijera eso, preocupada volvió a llamar, aunque el teléfono seguía comunicando por lo que tomó la decisión de enviarle otro mensaje.
Noelia:
Pasa algo vida? Me tienes preocupada sabes que puedes dcirm lo q sea.

La respuesta tardo poco en llegar.

Bert:
Trankila no s nada solo k aora no puedo ir,lo siento.

Noelia no paraba de preguntarse qué habría sucedido para que no pudiera ir, se sentía preocupada casi culpable como si solo quisiera retenerlo junto a ella mientras quizás él lo estaba pasando mal por lo que le había impedido ir, - soy una egoísta, se repetía una y otra vez, quizás debería acercarme a su casa haber que pasa aunque quizás no esté ahí o no sea oportuno presentarme y menos a estas horas.
Mientras pensaba que debía hacer caminaba por el solitario camino del parque dirección a la parada de autobús a la cual se habían dirigido la pareja de ancianos anteriormente, llegó a ella y se sentó a esperar el primer autobús que llegase, llevaba más de un cuarto de hora esperando sin que pasara ninguno por lo que se levantó a ver el horario viendo que eran casi las 24:00. Era inútil esperar a alguno, se había entretenido demasiado tiempo esperando en el banco del parque y ahora ya era tarde para que pasara algún autobús, se sentó nuevamente en el banco y llamó a su madre para que la recogiera, solo obtuvo la respuesta de una voz mecanizada.

– el numero al que llama se encuentra apagado o fuera de cobertura, inténtelo más tarde.

Volvió a probar al cabo de unos minutos pero la respuesta volvía a ser la voz de la operadora, resignada ante la idea de que tendría que volver andando se sentó y cogió el móvil de nuevo, no tendría sentido volver a llamar a su madre, debía estar durmiendo, y tampoco podía llamar a Bert eso le preocuparía y no quería que se preocupase por culpa suya. Se puso a mirar en la agenda por si encontraba a cualquiera que la pudiera acercar a casa pero se veía incapaz de molestar o despertar a alguien por un capricho suyo, cerró la agenda y con la idea de volver caminando miró un par de fotos, la mayoría eran de alguna vez que había quedado con Bert y mientras pasaba de una a otra recordaba aquel día como si hubiera sido la cita que no había podido tener esa tarde.
Finalmente no volvió caminando a casa, sin quererlo se quedó dormida en el banco.
Otra vez dormía, las horas volvían a pasar rápidas pero esta vez era el sol el que empujaba a la noche, el que con sus primeros rayos calentaba el rostro de Noelia y la despertaba a primera hora de la mañana. Volvía a despertarse sin saber que pasaba, como en las otras ocasiones tardó unos minutos en recordar lo sucedido antes de que se quedara dormida y preocupada por no haber ido a dormir a casa y por la reacción que tendría su madre se levantó del banco haciendo que su teléfono cayese al suelo, tras dar dos pasos se giró y lo cogió.
Tenía un nuevo mensaje, se volvió a sentar y lo abrió.
Bert:
Oye Noelia no stoy muy seguro d esto, kizas sea mjor dejarlo lo siento.
El teléfono volvió a caerse al suelo de la misma forma que las lagrimas caían de sus ojos, no sabía qué hacer, permanecía sentada en el banco como una estatua a la cual le han arrancado su corazón, seguía sentada esperando aunque esta vez no era a su principito, esta vez no sabía porque esperaba pero seguía quieta en el banco junto al abrigo de sus lagrimas y el lento movimiento de los segundos en su reloj.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Historias de tren

Ahi van unas breves líneas creadas el viernes en la estación:


En medio de la más silenciosa noche se erigía un pequeño ruido que deshacía el mantel que salpicaban las estrellas sobre el gélido océano nocturno. En un instante se entrecortó la respiración del tiempo, todo se detuvo, nada se movía, nada existía durante ese segundo y luego todo tornaba a la normalidad. Era un breve suspiro que congelaba fugazmente la escena y de forma inmediata volvía a deshacer hasta la más fina capa de hielo y allí en el justo instante donde se creaban los gélidos abrigos del tiempo nacía él. Nacía un diminuto ser comparado con la inmensidad que le rodeaba, era como una mota de polvo invisible, alguien o algo que a pesar de ser y existir carecía de importancia, no era nada y se encontraba perdido en un todo del que creía saber y del cual únicamente intuía vislumbrar la realidad pero estaba ahí quieto, contemplando como las horas se volvían minutos, estos segundos y finalmente estos últimos en hielo.
Contemplaba toda la escena, miraba, escuchaba, incluso la saboreaba pero entonces el tiempo volvía a correr, el hielo era agua y la última gota el destello final que volvía a ocultarlo en las sombras hasta un nuevo instante glacial donde retornaría a romper las aguas que posteriormente, una vez solidificadas, detendrían el tiempo durante un breve instante.


Hoy la lluvia empapaba mi cuerpo e ilusión haciendo que la noche fuera más densa de lo normal, su oscuridad estremecía a lo más profundo de mí ser, y en su letargo no saldría el sol que pudiera iluminar a mi rosa que se disfrazaba lentamente de ciprés. El gélido viento que salía de mis susurros ahogaba el pequeño fuego de la vida que en medio de estupideces va desapareciendo y que no sé en qué momento, en un acto de idiotez, decidí arrojarle agua y posiblemente apagarlo de una vez por todas con el último atisbo de luz de la noche.
Y pensar que todo esto desaparecería con el primer rayo de sol, y pensar lo que sucedería si amaneciera…


Noto como la espesor del aire oprime lentamente todo lo que rodea mi mísera vida. Los estallidos que se producen en mi cabeza son sonidos continuos mientras que el resto de mi cuerpo va crujiendo y estallando lentamente, bueno todo mi cuerpo no, hay una parte de mí que permanece callada.
En lo más profundo de todo aun existe un lugar donde pervive el silencio, pero no existe a consecuencia de la falta de ruidos puesto que fue lo primero en resquebrajarse y su estruendo resonó tan fuerte que el silencio pareció ser lo único que existía. El tiempo se congeló en ese instante, con ese parón momentáneo surgió el ruido y con él el silencio. Este hecho no fue fortuito puesto que antes mi silencioso interior no dejaba de gritar con la mayor fuerza que podía mientras el resto de mi cuerpo permanecía callado, ahora todo es al revés y las cosas son siempre por algo, aunque sea por error.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

recuerdos escarchados

Hoy algo breve y "calentito" recién salido casi, subida la primera parte de escritura realizada en la UB (vivan las no asistencias de profes) bueno pues aquí dejo un mini poema de 2-3 min de creación disfrútenlo y ya subiré los otros escritos de hoy:P

Aire fresco de enero
No vuelvas con tu foto,
Pues solo del olor a romero,
Nacerá la flor de loto.
Imberbes mentiras te asaltaran
Demencia inaudita albergaras,
Sin motivo de locura vivirás
Faltando cordura, a las celdas del mar.
No esperes un rayo de luz,
Putrefacto sol no te iluminará
Aunque por las noches,
Tu mirada, lo haga brillar.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Lluvia

El día amaneció nublado, llovizno toda la noche y parecía que paró durante unas horas, pero nadie se dio cuenta puesto que el momento en que sucedió no acompañaba a estar despierto, y menos aún a contemplar la lluvia.
Los golpes que dejaba la lluvia en la ventana provocaron que me despertara de golpe.
Parecía que un dios enfurecido lanzase miles de gotas con toda su fuerza con la única intención de romper esa cristalina barrera que separaba el paisaje mojado de la cálida habitación donde hasta el momento reposaba ajeno a todo lo exterior. Los rayos no paraban de gritar, la lluvia iba sumiendo todas las calles bajo un manto de agua que parecía interminable para el tiempo.
La situación era estresante y extrañamente me provocaba una gran angustia. No sé porque pero esa lluvia no era normal, tenía algo extraño. Algo que llenaba de incertidumbre y un cierto dolor todo mí ser.
Pasé un rato sentado junto a la ventana, viendo como el cielo no paraba de llorar, pero finalmente el sueño me capturo entre sus brazos y me invitó a quedarme allí dormido sin hacer caso al mundo exterior.
Al día siguiente desperté empapado junto a la ventana, sorprendido puesto que estaba tan cerrada como al irme a dormir, este suceso me mantuvo captivo de todo hasta la hora del almuerzo donde olvidé todo lo acontecido y me contentaba comiendo unas tostadas con mermelada y escuchando las últimas noticias sobre la interminable tempestad.
La cadena local informaba sobre la inundación de un barrio que era familiar para mí pero en el que no recordaba haber estado. El resto de canales estaban de acuerdo con que se desconocía el final de la tormenta y que posiblemente se producirían más inundaciones por los alrededores.
No le di más importancia al tema puesto que todo esto sería un poco de agua que se desbordaba por algún problema con el cambio climático.
Con todo preparado para enfrentarse a un nuevo día, no muy radiante, mi mano cogió enérgicamente el pomo de la puerta y comprobó que este permanecía inmóvil, estuve intentando de abrir la puerta de todas las formas posibles pero no cedió ante ningún intento.
Las otras puertas tampoco se abrían y por mucho que probase ninguna estaba dispuesta a dejarme salir.
Desesperado cogí el teléfono para llamar a un cerrajero y poder salir, pero el teléfono también se resistía a funcionar. El sonido de un trueno evito lo que hubiera sido un claro ataque de rabia, pero su sonido provocó que todas las luces empezaran a enloquecer, se encendían y apagaban a su antojo, la lluvia caya con más intensidad, la nevera, el lavavajillas, el horno y el resto de electrodomésticos habían sufrido los mismos efectos que las puertas y el teléfono. Únicamente el televisor se resistía a dejar de funcionar, pero se esforzaba en vano ya que solo conseguía retransmitir una serie repetitiva de rayas grises y blancas con alguna que otra mancha negra y el único sonido que emitía era una especie de pitido que se asemejaba a los gritos y los llantos humanos.
Finalmente tuve que apagar aquel aparato que parecía sacado de una película de terror, igual que el resto de la casa que ahora era una prisión terrorífica.
Subí las escaleras en dirección a la habitación ya que siempre tuvo algo que me reconfortaba, sin pensarlo dos veces cogí el libro que llevaba varias noches intentando de acabar y me senté en la cama con la intención de poder devorar varios de sus capítulos.
Sus páginas me sirvieron para evadirme de la pesadilla en la que me encontraba y para provocar una sensación que aceleraba el paso del tiempo.
El último capítulo se asomaba como el siguiente paso para finalizar el día, pero el teléfono sonó. Me levanté de un bote de la cama y corrí escaleras abajo como si participara en un eslalon, el teléfono aun sonaba. Cogí el auricular y un sinfín de llantos se retorcieron en mi oreja, unos gritos era el único sonido que salía del aparato, un dolor que heló mi cuerpo en segundos y que casi consiguió que me desmayara en aquel preciso momento.
Al cabo de poco los gritos cesaron y sonó el timbre de la puerta, mis piernas corrían por sí mismas hasta plantarse enfrente de la puerta, la mano tardó más en reaccionar pero ya sujetaba el pomo e intentó girarlo. Ahora sí que se dignó a moverse pero era extraño, la puerta debería de haberse abierto, el pomo giraba pero giraba en exceso, parecía como si fuera lo único que supiera hacer. La persona picaba inagotablemente al timbre, intenté golpear a la puerta para indicarle que necesitaba ayuda pero al mirar por la rejilla me quede helado de nuevo, no había nadie al otro lado de la puerta pero el timbre seguía sonando.
Todo eso debía ser una fantasía, un delirio, como mucho podía ser una pesadilla pero para mi desgracia era real, no paraba de golpear la puerta furiosamente y asustado. Parecía que me persiguiera una interminable manada de lobos hambrientos pero estaba solo y eso era lo peor, no sabía nada, ¿estaba ante una casa encantada o simplemente me estaba volviendo loco?
El timbre paró un instante y volvió a sonar con más fuerza, mi cabeza cedía, el miedo me controlaba y por desgracia mis piernas no aguantaban más y dejaron que mi cuerpo cayera al suelo dejándolo inconsciente.
Al día siguiente volví a recuperar el conocimiento y estaba otra vez empapado, pero la puerta seguía sin querer abrirse. Todo era una locura, no podía seguir más con esa tortura, era el tercer día que pasaba encerrado, sino estaba loco poco faltaba y mi mente lo sabía. Se vio embargada por un ataque de locura y espanto. Se sentía sin fuerzas, sin ánimo y atemorizada. No sabía lo que hacía ni donde la realidad se separaba de la ficción.
La parte que aún conservaba una porción de cordura se enfrentaba a la paranoia que sufría el resto de esa turbia mente, la demencia acabó conquistando todo mi ser hasta el punto que perdió el atributo de persona, ahora más bien era un ente enfermizo que no deseaba nada más que aliviar ese sufrimiento, fuese cual fuese el precio que tuviera que pagar.
La locura cada vez se adueñaba más del cuerpo y de la mente, pudriendo cualquier posible reacción de racionamiento. Cuchillo en mano el ente emitió un gemido de dolor.
Aún no había osado atravesar su piel con el artilugio que sostenía pero se retorcía en el suelo como si cientos de hierros candentes se clavaran en su cuerpo atravesándolo completamente.
Gemía desorbitadamente y sin mesura, era un sonido similar al del teléfono pero aquel dolor a comparación de este parecía hasta cierto punto inocente.
Un ruido en el piso de arriba provocó que aquel deplorable ser dejara el cuchillo en el suelo y se dirigiera velozmente hacia el origen del ruido como si fuera un depredador en busca de su presa. El ruido no era más que un pequeño pájaro que golpeaba la ventana de la habitación de forma repetida y sin descanso. Inesperadamente consiguió hacer una minúscula brecha en el cristal y eso provocó un brío de esperanza, como si fuera magia cada golpe que daba el pájaro contra el cristal provocaba una humanización en el monstruo hasta el punto en que dejó la locura como un mero recuerdo y se puso él también a golpear el cristal. Finalmente entre los dos consiguieron formar un pequeño agujero de la medida de un vaso de agua, pero en otras circunstancias el cristal hubiera cedido ante el primer golpe humano dejando la estructura de madera sin ningún trozo de vidrio.
El pájaro, mal herido, se coló por el agujero yendo a parar a la cama donde yacía casi en su lecho de muerte, ahora entrado en cordura intenté volver a golpear el cristal pero ni siquiera conseguí rasgarlo, se había tornada tan duro como una plancha de acero. Todo lo que sucedía era inexplicable, era una locura detrás de otra. El teléfono volvió a sonar y bajé velozmente a descolgarlo sin muchas esperanzas, pero para mi sorpresa ya estaba descolgado y seguía sonando, acerqué temerosamente el auricular a mi odio. Esta vez no escuchaba ningún grito, más bien no escuchaba nada, cansado de estar con el auricular en mi oreja sin sentir ningún ruido estuve a punto de colgar cuando comenzó a escucharse el piar de un pájaro a través del teléfono. No había reparado en el pájaro, ni siquiera me acordaba de él y una sensación de espanto se dibujaba en mi cara, al cabo de unos segundo el pájaro calló y se escucho un único grito que provocó que colgara, cosa que me atemorizo más puesto que comprobé que el cable del teléfono había estado cortado y todo el suelo a su alrededor estaba encharcado.
Se escuchó otro grito pero no se formaba en el teléfono sino que nacía de mi boca, subí espantado a la habitación, donde casi aplasto al pájaro del cual nunca lograba acordarme. Por primera vez me fijé en él. Era de tonos marrones y de un tamaño bastante pequeño, a primera vista parecía un pájaro cualquiera, lo único que sorprendía era una pequeña flor que llevaba en su pico y una herida en la cabeza, seguramente provocada por los golpes que se había dado.
La flor que tenia me extraño en gran parte, ya que era como si estuviese intentando de decirme algo con ella, ¿era un mensajero ese pájaro? No lo sé, pero cogí la flor de su pico y la estuve observando minuciosamente, era como una rosa enana y sin espinas. Me acerqué a la ventana con la rosa en la mano y comprobé que aunque lloviese a cantaros el agua no entraba por el agujero, me puse a observar por él y solo veía lluvia, una lluvia incesante que no paraba para nada. Cerré los ojos abatido y ahí comenzó a latirme el corazón con una fuerza extraña, ahora con los ojos cerrados podía escuchar una voz que provenía de fuera y lentamente una silueta humana se formaba con las gotas de agua.
El ser de gotas gritaba incansablemente, eran suyos los llantos, pero ¿Por qué ese dolor? Y ¿Por qué me tenía que pasar eso a mí?
Pareció leer mi pensamiento, me alzó su mano y señaló hacia el libro que estaba leyendo días antes y que no conseguí acabar, se lo entregué intrigado y atemorizado por lo que pudiera suceder. El ser iba pasando las hojas que se iban mojando con el contacto de sus dedos, paró al final del libro, volvió atrás y busco el capitulo 12, el último capítulo, y empezó a mojar sus hojas.
Me arrebató la rosa y la colocó en la última página. Cerró el libro y me lo entregó.
En ese instante la figura había desaparecido y solo había lluvia. Fui a mirar lo que había hecho en el libro y en ese instante un chorro de agua entro por el agujero haciendo que perdiera el conocimiento.
Pasaron varios días hasta que desperté, volvía a estar rodeado por un charco de agua, sin estar seguro de nada me acerque a la ventana, el agujero había desaparecido y dejó de llover.
Fui a abrir la maneta de la habitación, la cual goteaba incesantemente y no me dejaba abrir la puerta.
Otra vez se repetía la historia, pero ahora no estaba dispuesto a quedarme encerrado de nuevo, pero todo intento volvía a ser en vano. Estaba encerrado de nuevo y todas las cosas de la habitación estaban mojadas. Sin nada que hacer me tumbe sobre la cama con la intención de acabar de una vez el libro y luego ya pensaría como salir de allí.
Abrí el libro por la pagina 228 que era donde empezaba el capitulo 12 pero aparecía una nueva portada, un libro diferente dentro de ese mismo. Estaba sorprendido, no encontraba ninguna explicación lógica para aquel suceso.
Empecé a leerlo y todo me resultaba familiar, era como si lo que estaba escrito lo hubiera vivido en otro tiempo, las horas pasaban y cada vez devoraba más páginas hasta que llego la noche. Dejé el libro en la mesita y empecé a dormir.
Un sueño invadió mi descanso, llovía, me encontraba en una casa cerca de la playa, como indicaba el libro, y una mujer vestida de blanco me llamaba desde la orilla, iba corriendo hacia ella y de repente el suelo se desvanecía bajo mis pies y empezaba a caer al vacío. En ese momento desperté, mire por la ventana y llovía y el agujero volvía a estar ahí.
Bajé corriendo y atemorizado intenté de abrir la puerta y esta vez conseguí salir al exterior donde no observaba el paisaje urbano que tendría que ver, si no que únicamente veía una playa interminable. El teléfono volvía a sonar, sin cerrar la puerta fui a cogerlo y una voz me susurro: -corre.
Sin saber porque me encontraba corriendo hacia la playa, aquí también observé a la mujer de blanco que me gritaba, pero yo corría, no podía parar de correr y mucho menos escuchar lo que decía. Cada vez mis piernas se movían más rápido, estaban a punto de adentrarse en aquellas aguas cristalinas, la mujer había empezado a correr sin que me diera cuenta y logró darme alcancé. Su mano se aferro a la mía con una fuerza increíble, las piernas se detuvieron por primera vez. Su rostro era realmente hermoso, hacia que aquella playa pareciera un simple parque urbano, su cabellera negro azabache bañaba una tez extremadamente blanca, casi enfermiza pero que la hacía más hermosa aún, sus ojos podían confundirse perfectamente con el mar ya que atrapaban tu mirada y no dejaban que pudieras apartarla, te perdías en la inmensidad de esa mirada diluida en el espacio pero extremadamente cálida, a pesar de su gélido color. Todo esto cautivó y aprisionó mi mente, no le dejaba que hiciera nada y no pudiera dejar de pensar en otra cosa que en cogerle también la mano a ella.
Sin darme cuenta ya la tenía sujeta, su piel estaba formada por las mismísimas nubes, ni la seda tenía un tacto tan fino como aquella mano. Su boca se abrió y me ofreció caminar por la orilla, mi boca empezó a tartamudear y ella río inocentemente, en esa situación aún era más hermosa que antes.
Instantes después caminábamos cogidos de la mano por la orilla, rodeados y cautivados por la belleza de aquel paraje, no hablábamos, solo nos dábamos la mano y caminábamos. Ella mantenía su mirada perdida en la playa y yo miraba la arena desviando mi vista únicamente para contemplar a mi acompañante, de repente se paró, me miró a los ojos y empezó a caminar hacía dentro del agua tirando de mi brazo para indicarme que la siguiera.
Mi cuerpo estaba a merced de sus deseos, no opuso ninguna resistencia a su oferta y cuando me soltó la mano y empezó a correr mis piernas volvieron a reaccionar por si solas.
Corríamos en medio del agua, los dos solos. Sus piernas provocaban que miles de gotas bailaran entre los pliegos de su vestido blanco, en cambio mis pasos parecían indicar una terrible oleada. En uno de esos movimientos la chica cayó al agua. Me acerqué velozmente y me agaché para ayudarla a subir y preguntarle si se había hecho daño, su única respuesta fue un empujón que me tiró al agua y una risa inocente que me atontaba aun más.
Se levantó ella primero y yo seguí sus movimientos. Ahora se encontraba enfrente de mí, no dijo nada y su mirada parecía más perdida que nunca. Sus labios se abrieron lentamente y se aproximaron a los míos sin que pudiera percibirlo, su boca y la mía se abrazaron momentáneamente. Paró de besarme, me miró y volvió a acercar sus labios a los míos, esta vez no fue tan fugaz, llegó a envolverme con sus brazos, su perfume se colaba por mi nariz y podía sentirlo en sus besos, era un momento único. En instante en que ese sabor tan dulce se intensificaba en mi boca me soltó. El suelo a mi alrededor iba desapareciendo, mis pies ya no sentían la arena, ya no se mojaban con el agua, mi boca se desprendía lentamente de la suya, hasta que llegó a separarse totalmente, en ese punto abrí los ojos. No vi nada, todo era negro.
Mis piernas intentaron correr pero era inútil, caya y caya en un abismo sin final.
Junto a mí caya la rosa que lentamente se acercaba buscando el calor de mi corazón, una vez cerca de él mi cabeza se golpeo con algo y todo terminó.
Ya no caya, ya no corría, ya no llovía.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Estatuas sin aliento

Era una noche normal, todo estaba en silencio. El imperturbable manto que tejían las estrellas únicamente se veía enturbiado por algún sonido mudo que se escapaba sin querer.
El tiempo hacía siglos que se había detenido en aquel lugar. No existía ninguna explicación para que todo sucediera de esa forma pero la realidad es que fuese como fuese todo hubiera acabado de esa manera. Aun nadie recuerda ni entiende porque sucedió así, porque lo único que quedaba de él era un recuerdo y poco más. Todo estaba en silencio, el silencio de la muerte.
Las lágrimas eran el único sonido que se atrevía a estar presente en la escena, no había grito más silencioso en aquel cuadro. Entre los sollozos y las imperturbables expresiones que se habían esculpido sobre la pedrea expresión de los allí presentes sonaba una pregunta ¿Por qué, porque lo has hecho?
Nadie parecía escuchar esa pregunta, nadie excepto la persona menos inesperada. Todo se enmudeció aun más, dejando congelados todos los destellos de la escena después de sentir un leve sonido proveniente de ningún lugar.
Todo lo anterior se rompió, como un tejido resquebrajado ante el paso de una impasible tijera, realmente hubiera sido mejor que a los presentes les hubieran pasado una tijera con paso firme y sin piedad, pero en su lugar no pasó nada, solo ese segundo interminable que tras hacerse de rogar acabo pasando. En ese momento empezaron las preguntas y las dudas, y de la nada volvió a sonar ese susurro. De golpe sonó una silenciosa voz -¿Por qué os preguntáis el motivo por el que estoy aquí? Es muy fácil llorar pero deteneros un momento y decirme quien sujetaba realmente ese trozo de vidrio.
Instantes antes de todo cuando aun tenía dudas me miré, pero no me vi. Vi todo menos mi reflejo, vi las obligaciones de uno, las cosas de otro y la vida de nadie. En ese momento ya no había dudas, ya no había nada. Pero no me culpéis con la escusa de que era débil, realmente no era ni eso, no era nada. Os vuelvo a decir que yo no fui quien tenía ese trozo de vidrio en mis manos, no sé quien era pero yo no.
Tras estas palabras el aire se hizo más pesado, costaba respirar y las caras de las estatuas inmóviles que presenciaban la escena ahora eran esculturas de hielo y nieve. Tras las gotas que cayán de sus cristalinos ojos volvió a sonar por última vez La voz.
-No estéis tristes, ahora soy feliz, ahora soy feliz…
Tras esto ya no surgió ningún sonido de aquel lugar, las nubes empezaron a marcharse y la noche decidió acostarse. Apareció un tenue de rayo de sol que iluminaba el lugar, un rayo de sol que se vio humedecido por las lágrimas de las estatuas.

viernes, 6 de agosto de 2010

trovador nocturno

Susurraban los vientos al aire
Que todo lo pasado no existió,
Solo fueron cuentos de un trovador
Que en medio de la noche,
A mi ventana llegó.
Miles de melodías tu rostro dibujaban
Entre estrellas tu pelo me encantaba,
Siendo la luna tus ojos
Que no se apartaban de mi mirada.
Volved sinfonía de mis pasiones,
Más en sueños no vengáis,
Pues mi dolor en vida es tan grande
Que un beso jamás me haría despertar,
De tan funesta realidad.

lunes, 12 de julio de 2010

Un funeral roto en aguas

No naceré porque salga el sol. No, no lo hare. ¿Para qué abrir los ojos y ver todo lo que nadie quiere ver? No sé, supongo que este universo que existe dentro de una simple “bolsa de plástico” es mucho más extenso y mejor que el que descubriremos al salir. Simplemente nos encontramos encerrados en ambos mundos; nuestra placenta, esa bolsita que nos guarda de cualquier necedad, nos mantiene encerrados como un pequeño objeto de valor, pero a parte de esas débiles paredes no hay nada más que nos aprisione.
Puede que nuestro movimiento sea mínimo pero dentro de ese diminuto universo podemos mantener los ojos cerrados y construir un universo, construir una vida, en definitiva podemos cerrar los ojos y evadirnos del todo y de la nada que nos rodean para poder imaginar lo que es un sueño. Una construcción efímera, un castillo sobre las nubes o una llama en medio del mar, pero es nuestro sueño, nuestra creación, simplemente una pequeña parte de nuestros deseos. Puede ser una tontería pero esos sueños irracionales son el leve susurro que se enciende en nuestro oído y nos dice levemente: - abre los ojos, vive, empieza la construcción y lucha por acabarla.
Puede que muchos lo vean como la necedad más grande que han escuchado jamás pero realmente hay dos preguntas ¿se han parado alguna vez a pensar en ello? O simplemente ¿han sido capaces de escuchar alguna voz? No puede imaginar lo que es una vida marcada únicamente por el exteriorismo. Si, nuestra libertad es casi ilimitada, nuestros brazos no se golpean contra ninguna pared pegajosa que en este mundo de aire infinito no deja de repugnarnos haciendo que olvidemos que una vez fue nuestro hogar, nuestro primer paso, resumidamente el inicio y posiblemente el final de nuestra vida.
No conviene desviarnos otra vez hacia este punto por eso pensemos en lo que es este mundo infinito que no ocupa nada más que el suelo que nos sostiene. Tenemos el ansia de hacer algo, sin saber el que pero hay algo que nos empuja, por lo que parece se ve que en estos momentos hemos olvidado todo lo que un día aprendimos y así es como nos encontramos, perdidos en un lugar que a pesar de ser igual cada día, de presentar esa pintura monótona una vez más es desconocido para nosotros. Otro lugar más ¿Qué importará el sitio donde nos encontramos si siempre es la misma historia? ¿Qué importa todo si no conseguimos cerrar los ojos? Solamente nos encontramos en ese lugar donde lo único que importa es nuestra presencia, un lugar de paso donde nada tiene importancia más allá de lo que nuestros abiertos ojos pueden apreciar. Si, extrañamente con ellos abiertos estamos más ciegos pero es imposible pensar que veremos algo en un lugar donde todo es igual, donde todo lo que apreciamos es falso, un lugar donde todo se reduce a lo que vemos, un lugar donde no vemos nada.
Simplemente un mundo vacio donde nos encontramos encerrados por barrotes de aire. Un mundo que hace que caminemos sin ningún destino, un universo que nos deja ver todo lo que queremos pero antes nos ha vendado los ojos. Si, un paraje donde todo lo que teníamos en un principio se nos arrebata al salir de nuestro envoltorio, haciendo que todos nuestros sueños, nuestro destino se quede ahí encerrado, esperando que alguien ocupe el lugar que hemos dejado porque como se dice una vida se va y otra viene.

sábado, 26 de junio de 2010

Reflejos

El silencio se cernía sobre la noche dejándose iluminar tenuemente por los leves susurros que provenían de las estrellas. Momentáneamente una silenciosa corriente de viento salía a pasear entre las desiertas calles llevando consigo diminutos granos de arena, hojas y algunos restos de papel que danzaban libres en medio de la brisa nocturna, tras diversas horas de la más absoluta calma. Un minucioso ruido resonó como una tempestad en medio de aquel sepultural silencio, simplemente era una ventana que se abría al compas de los chirridos de las viejas bisagras.
La anticuada ventana formaba parte de un edificio, si cabe, más antiguo en apariencia. Permaneció abandonado durante varios años, mientras sus desgastadas paredes observaban como el escaso número de calles vestidas con construcciones de aspecto desgastado dejaron paso al bullicioso centro de ciudad que hoy crecía en ese lugar, mostrándose coronado por rascacielos de cristal y acero. Durante ese proceso y el paso de los años había permanecido olvidada hasta esa noche, más concretamente hasta ese instante en el que la ventana se abrió.
Por el hueco que dejó la pequeña obertura se colaban los tenues rayos de luz que emanaban de la luna. Esa plateada luz se adentraba lentamente en la habitación provocando que de golpe los viejos muebles y la capa de polvo que los cubría como si fuese un leve velo se vieran bañados por unas gotas de luz. En la habitación, que había permanecido en la más profunda oscuridad durante años, ahora se podían distinguir los elementos que la componían; la oscuridad y el negro dejaron paso a unas paredes vestidas con un papel azul cian que sobrevivía a duras penas al desgaste de los años y a las numerosas manchas de humedad. Al fondo del cuarto se distinguía un pequeño tocador blanco, al cual le faltaban varios cajones y medio espejo, pero que a pesar de su estado aun conservaba el atractivo y solemnidad de antaño.
Su mirada se fijó en él casi sin quererlo, olvidándose del resto de elementos que componían la estancia. Dejó de banda el desgastado colchón que supuestamente era parte de la cama, no dio importancia al armario que ocupaba la pared de su izquierda y del cual se podían ver una infinidad de vestidos que mantenían su magnificencia a pesar de encontrarse roídos por las ratas que habitaron el lugar en tiempos no muy lejanos. Sin embargo sus ojos no dieron importancia a nada que no fuese el tocador, sus manos soltaron la ventana a la cual aun se mantenían sujetas y siguieron al ritmo impetuoso de sus pasos que lo llevaron a situarse enfrente del trozo de espejo que aun permanecía colgado. Apartó la cortina de polvo, que lo cubría, con su manga y tras el leve temblor del espejo se alejó de él, sentándose en el taburete del tocador.
Su mirada parecía perdida ante su reflejo, tenía la sensación que aquel lugar le era familiar a pesar de ser la primera vez que estaba en ese edificio. Empezó a sentirse mareado y confuso, lo que le llevó a abrir un cajón donde tenía la impresión, o recuerdo, de guardar unas pastillas. Tras abrir el cajón y esperar que se diluyera la leve capa de polvo que se acumulaba en el aire, adentró su mano en la oscuridad del cajón. En él palpó un trozo de papel y un espejo de mano, los cuales sacó.
El trozo de papel resultó ser una fotografía donde se apreciaba de forma difusa una silueta que aparecía curvada. A causa de la escasa calidad de la imagen y el paso de los años no se podía percibir el rostro de la persona fotografiada pero tenía la sensación de resultarle familiar, algo le ligaba a aquel lugar aunque no conocía el motivo que unía su vida con aquel rincón olvidado.
Durante un breve instante sus ojos se perdieron en los tonos sepia de la fotografía y segundos después su mente se sobresaltó como si se acabara de despertar. Acto seguido dejó la imagen en el tocador y cogió el espejo de mano, este era de una gran belleza, presentaba unos tonos blancos perla con finas líneas de color plata que decoraban su contorno con motivos florales. Acurrucado por los finos y plateados brotes de plantas emergía un cristal tan resplandeciente e impoluto que parecía tener luz propia, una luz capaz de iluminar por ella misma todo la estancia. Sin embargo necesitaba una luz externa para realizar su principal función, reflejar el rostro de quien lo contemplase.
A pesar de recibir algunos de los rayos lunares, estos no eran suficientes para, tan siquiera, vislumbrar levemente la belleza de su rostro. Estos hechos hicieron que se aproximara a la ventana para poder verse, puesto que sentía una gran tentación de contemplar su reflejo en tal obra de arte, como era ese espejo.
En unos instantes casi inapreciables su mente se llenó de dudas e inquietudes, las cuales venció con una rapidez mayor que la de su creación y terminó desviando su mirada, situada en un punto indeterminado al objeto que sustentaban sus manos. Miró fugazmente al espejo y rápidamente desvió su mirada, se horrorizó ante el reflejo de su rostro. Se contempló desfigurado, irreconocible y esa imagen le repugnó. Tras apartar su mirada volvió a mirar con la esperanza de que fuera una ilusión o simplemente un juego de su mente a causa de la mancha de oscuridad que llenaba su entorno. Esta vez la imagen que observó era totalmente distinta, no estaba él presente, solo veía una figura con un vestido rojo oscuro que se perdía en una oscuridad más profunda que la de su alrededor.
Lentamente la imagen iba desapareciendo, parecía que sucumbía ante el negro marco que la rodeaba y este la devoraba lentamente hasta que la absorbió completamente.
Instantes después el reflejo del espejo únicamente permitía observar las sombras del lugar. Su rostro se desfiguró de golpe, la ira se mezclaba con la confusión y la rabia e iban naciendo en su rostro. Enfureció de tal forma que perdió el control sobre sí mismo, arrojó el espejo contra la pared haciendo que su vidrio se dividiera en miles de pedazos diminutos que se repartían por la habitación como minúsculas gotas de roció. Se levantó del suelo y arrojó los vestidos del armario al suelo para después acabar pisoteándolos y rasgando algunas de sus telas. Su ira disminuía a medida que el caos y el cansancio aumentaban, hasta que cayó rendido en el colchón. Durante unos instantes cerró sus ojos y visualizó un gran salón, decorado sobriamente con elementos dorados y detalles en rojo, el lujo se adueñaba de la escena pero de forma repentina sus oídos se llenaron con el sonido procedente de un cuarteto de cámara, acto seguido sus ojos quedaron bañados por una multitud de gente que bajaba por una gran escalera, lo hacían al unísono de la música y con una elegancia sublime. Se quedó sorprendido por el aura onírica, casi mágica, que rodeaba la escena y permaneció absorto con los vestidos de la multitud, todos de tonos blancos, azulados, verdes y alguna que otra pincelada de ocre, sin embargo lo que más llamó su atención fue su belleza y magnificencia, como si fuesen las vestimentas de la corte del propio zar. Tras reponerse decidió huir de ahí por temor a que pudieran verle, escapó de forma sigilosa al exterior donde los astros coronaban el paisaje, haciendo que los minuciosos cuidados del jardín parecieran burdas figuras infantiles cuando realmente eran las esculturas más reales y hermosas que había contemplado en su vida, a pesar de estar formadas por ramas y hojas.
Sentía una atracción especial, casi hipnótica, por esa escena, no podía evitar adentrarse en aquel laberíntico paisaje y desaparecer bajo los leves susurros que procedían del interior de la mansión. Caminó sin destino bajo la atenta mirada de las estrellas, sus pasos avanzaban a ciegas y sus ojos solo eran capaces de contemplar una marea verdosa que sucumbía ante el cumulo de sombras y los fugaces puntos de luz, dejando que se distrajeran con cada haz luminoso del manto estrellado. Sus pasos se detuvieron frente a una pequeña fuente adentrando su mano en el agua, la cual a pesar de ser únicamente un juego de su mente notaba la humedad en sus dedos, y finalmente sumergió su cabeza. Mientras la sacaba del agua se fijó por primera vez en las pedreas figuras de dos niños, las cuales jugaban inocentemente en medio de los chorros de agua y entre ellas un pequeño foco iluminaba la escena. Contempló la fuente, en especial sus figuras, desde todos los ángulos y tras pasarse casi media hora con esa acción se sentó en uno de los bancos que rodeaban el espacio circular donde se encontraba. Permanecía absorto mirando el epicentro donde se hallaba la fuente y de repente sus ojos oscurecieron, únicamente veían dos manchas negras, se quedaron sin ver nada, no obstante sus parpados notaban un tacto sedoso y cálido mientras su olfato percibía el suave aroma de un perfume de rosas. Sonó una leve carcajada y sus ojos volvían a ver, su cabeza se giraba lentamente y contempló un rostro blanquizo, unos ojos que era incapaz de describir y una oscura melena que se extendía entre las sombras de la noche. Esa imagen se encontraba a escasos centímetros de él, permaneció hechizado por ese rostro que parecía resplandecer por sí solo, como si fuera una estrella que se hubiese caído del cielo. Mientras permanecía conmocionado por esa imagen de exuberante belleza ella se levantó poniendo las manos sobre sus rodillas. Siguió observándola y quedó fascinado, mantenía una proporción que ni los mismos griegos podrían igualar y toda esa perfección quedaba envuelta entre los pliegues de un vestido rojizo de tonos oscuros que ondeaba tenuemente con los leves soplos del viento.
Empezó a caminar y al llegar a la fuente se giró, lo miró y tras crear el boceto de una sonrisa empezó a correr. Él intentó levantarse e ir tras ella, sin embargo solo consiguió levantarse del viejo colchón. Se encontraba perdido y desconcertado, no lograba distinguir entre fantasía y realidad, es más, no sabía que deseaba más.
Paseó dubitativo entre las sombras de la habitación y tras acercarse al tocador y echar un vistazo a la foto decidió cogerla. La contempló de más cerca y ahora podía, tras hacer un arduo esfuerzo de imaginación y observación, divisar los reflejos de unos chorros de agua y unas figuritas de piedra.
Se sentía mareado, necesitaba airearse y guió sus pasos hacia la ventana. Antes había recogido y depositado los vestidos sobre el colchón, estos mantenían el mismo caos que en el suelo pero a su juicio ahí molestarían menos. Ahora estaba junto a la ventana, esta se hallaba abierta de par en par pero todo se encontraba congelado a ambos lados de ella.
Sin pensarlo salió por ella y se sentó sobre las tejas azuladas del tejado mientras contemplaba la tranquilidad que lo rodeaba. Por primera vez desde que anocheció se sentía relajado, la calma exterior le saciaba y ese sentimiento le reconfortaba provocando que a pesar de las gélidas temperaturas se sintiera cómodo en aquel lugar. Disfrutaba mirando las estrellas y llegó un punto en el cual se fundió con el entorno de tal forma que si quisiera sería capaz de ver el aire y notar el gusto de los rayos que emanaban de la luna. Aquella situación propició que se durmiera. Volvía a encontrarse estirado en el banco de aquel jardín, se levantó de golpe y caminó entre los setos adentrándose en un laberinto de rosales, tras cerrar sus ojos quedó prendado del aroma que lo envolvía, volvió a abrirlos y empezó a caminar. Una vez dentro cada vez llegaba menos luz y la oscuridad se adueñó del laberinto, caminó a ciegas entre el aroma de las rosas mientras se rasgaba la piel con las espinas, poco después se encontraba corriendo, dejando que los espinosos tallos hirieran su piel provocando que de su contacto brotaran tenues riachuelos de color rubí. A pesar de todo corría, se sentía atrapado, aprisionado y tenía la sensación que su única salida era correr, daba igual que no distinguiera el camino, sentía que debía correr para huir de aquel lugar.
La noche se hacía más espesa y tras detenerse durante unos segundos para reponer sus desgastadas energías cerró los ojos y escuchó unos murmullos, miró a su alrededor y no vio nada. Abatido volvió a cerrarlos y la voz sonó de nuevo. Siguió, a ciegas, el origen de los susurros que percibían sus oídos, de repente estos cesaron y abrió los ojos, se encontraba al lado de la fuente y tras su sorpresa decidió limpiarse las heridas que se había hecho. El agua le parecía helada y una vez se limpió la sangre de sus brazos se lavó las heridas de la cara. Sus ojos se abrieron y estaba encima del tejado, pero ahora sentía una serie de escalofríos que lo helaban.
Levantase para buscar un abrigo entre el montón de ropa que había dejado en la cama. La ventana se encontraba cerrada, no lograba abrirla y empezó a forcejear con ella, tras golpearla y no obtener ningún cambio en la ventana volvió a enfurecer empezando a arremeter de forma agresiva, como un animal salvaje, contra ella. En uno de sus feroces ataques cogió distancia e inició una carrera para golpear con mayor fuerza los vidrios. En su intento una de las antiguas tejas cedió, su pie se quedo trabado y empezó a resbalar por el tejado hasta que las desiertas aceras detuvieron su caída.
Volvía a sentir el frio en sus huesos, su piel era tan gélida como la escarcha y mientras sus ojos volvían a cerrarse empezaba a amanecer. La oscuridad lentamente se dispersaba rasgada por los primeros rayos de luz, ahora las calles se despojaban de sus oscuros tonos para bañarse con los claros destellos matinales. Su cuerpo empezó a iluminarse por los cálidos rayos de luz, sin embargo se sentía más frio que nunca. De su boca surgía un aliento helado, que parecería el último si no fuese porque siempre le seguía otro, su respiración era entrecortada y cada vez más irregular, pensaba que en cualquier momento esta cesaría y entonces daría igual si hacía frio o calor, si tenía los ojos abiertos o cerrados, daría igual todo. Esperaba impacientemente, estirado en la calle, en la misma posición en la cual había caído. Las horas pasaban y cada vez había más luz, uno de esos destellos se adentró por los vidrios de la ventana y empezó a iluminar el suelo de la habitación, cada vez se colaba más luz por esa vítrea barrera, los destellos llegaron a iluminar la cama y el montón de ropa que se encontraba coronado por un viejo vestido rojo, la luz siguió avanzando terreno hasta alcanzar el tocador, sus rayos se reflejaron en el trozo de espejo que a su vez iluminó la olvidada fotografía, ahora se distinguía el cuerpo de una joven vestida de rojo, tras ella aparecían dos estatuas de reducida estatura y aspecto infantil y unos chorros de agua a su alrededor, la escena se veía cubierta por un fondo verde oscuro y en un banco aparecía un cuerpo oscuro, en posición estirada. La luz iluminaba toda la estancia y al incidir sobre las partículas de cristal que aun estaban esparcidas por el suelo crearon un hermoso juego de luces sobre las paredes del cuarto. Estos emitían diminutos puntos lumínicos en las azuladas paredes como si una constelación de estrellas apareciese en pleno día.
Lentamente la calle y su gente empezó a despertar, las puertas y tiendas se abrían, la gente hacía cola en las panaderías, los murmullos se concentraban en las cafeterías y estaciones de metro, aglomeraciones de gente ocupaba las calles y él permanecía ahí, en el mismo lugar y con los ojos cerrados escuchando una tenue música que no provenía de ningún lugar y lo transportaba lentamente a cualquier destino, incluso a un onírico baile de vestidos rojos.
La música cesó y él se levantaba lentamente mientras abría sus ojos, empezó a caminar entre la marea de gente, como si fuese una gota más en medio del mar, dejando en aquella habitación abandonada todo lo sucedido. Mientras, los leves recueros que aun podía albergarse en su interior permanecían en la acera siendo pisoteados a la espera de ser arrastrados a las alcantarillas donde permanecerían, a la sombra del mundo, para siempre.

jueves, 17 de junio de 2010

Paseos sin final


Me encontraba dormido, era ajeno a todo lo que ocurría en el exterior de mis parpados, de golpe todo se rompió, una voz proveniente de la nada resonó entre las paredes de mi cabeza, sus palabras eran incomprensibles, eran impronunciables para cualquier ser humano. Al cabo de un rato volví a dormirme, me desperté pasadas unas horas. Estaba en medio del parque, estirado en ese viejo banco en que una vez me había sentado a mirar pasar el tiempo.Esta vez estaba allí sin ningún motivo, tan solo estaba para evitar sentarme en el sofá esperando que el teléfono diera algún signo de vida.No sé si la desesperación o la idiotez me hicieron coger los auriculares de encima de la mesa y empezar a caminar bajo los efectos de esa música que se repetía siempre en mis viajes y paseos.Atravesé la puerta, saliendo al exterior de la casa con ciertas dudas y ningún destino. Cerré la puerta y de golpe tuve ganas de volver a entrar ¿y si suena? Pero mis manos escudriñaban todos los espacios de los bolsillos del pantalón como si fueran el típico arqueólogo con sombrero que busca desesperado el cáliz sagrado.Las llaves no estaban en ningún lado y aquí no había ningún pasadizo donde pudieran ocultarse, ni siquiera existía un agujero por el cual se hubieran podido caer. Estaban dentro, sin más opción la música se volvió a encender en mis oídos y mis piernas caminaban sin destino, una vez más. Donde me llevaban no lo sé, tampoco sabía que hacia ahí fuera, desprotegido de todo, me encontraba perdido. Sin embargo esa ha sido la única vez que escogí un camino.Mis pasos trazaron una ruta que transcurría por un sinfín de lugares tan cotidianos que se tornaban desconocidos y al final acabé aquí estirado en ese banco sin nada más que hacer que tararear la siguiente canción. Mientras esperaba que las horas acabasen de jugar hasta que fuera el momento de volver.Todo era igual, cada segundo era una copia del anterior. No sucedió nada, parecía que ni siquiera el aire existiera en ese instante hasta el punto que se hacía difícil respirar.Ese momento fue el instante que mis ojos, los cuales aun no sé si estaban abiertos o cerrados se conjuraron con el inerte paso del tiempo para crear un ilusorio juego de luces y colores que se materializo en una sombra. Un cuerpo oscuro que cada vez se acercaba más al banco donde yacía y que lentamente iba perdiendo su color para mancharse con pinceladas grises, blancas, negras y lo que más tardo en llegar, dos motas azules que sobresalían en medio de un pequeño haz luminoso.De golpe no sé si me dormí o desperté pero esa imagen desapareció de repente, la música seguía sonando y el tiempo avanzó de inmediato. En un instante se tejió un leve manto nocturno y mis piernas volvían a moverse solas, recorrían todas las desérticas calles de retorno a casa. En ese trayecto todo era silencio, un silencio que se bañaba en unos haces luminosos espolvoreados en un tejido azulado.

domingo, 6 de junio de 2010

confesiones

Es tu imagen, sueño de amor y muerte,
Gotas que calcinan todo lo que recuerde.
Vientos helados que avivan las llamas
Que bajo la luna, enfrían tu almohada.

Sueños perdidos buscando al destino,
Juegan a huir del camino
Mientras sus manos lloran,
Lo que su alma implora.

Toda esperanza es vencida
Ardiendo entre sus cenizas,
Los sueños se calcinan.

Siendo esta realidad
Arma que me mata,
Herida que me salva.

martes, 25 de mayo de 2010

Llamadas vacias

Un día lluvioso en los que no salíamos a la calle y nos pasábamos las horas hablando por teléfono, entre las palabras que formaban nuestra monotonía, me preguntaste, para romper esa interminable cadena de te quieros.
- ¿Qué es el amor?
Creo que lo preguntaste para ver qué era lo que sentías y no para dejar esa cadena que, aunque la seguías, carecía de importancia para ti.Entre las dudas de cómo describirte eso me puse a reflexionar, mi silencio inundó el auricular del teléfono por unos segundos que para ti pasaron inadvertidos, pero que se hacían eternos para mí. Al final dije sin estar muy seguro de mis palabras:
- El amor es la cordura del loco, la salvación del perdido y la derrota del vencedor.
- No digas esas gilipolleces- fue la única respuesta que tuve – de verdad, ¿Qué es el amor?- No lo sé, ya te lo he dicho, no se me ocurre que puedo decirte sobre el amor.
-Lo que sea para ti, pero que no sean esas chorradas que dices y que inundan mis orejas.Dubitativo dije:
- Amor es algo indescriptible para él que lo siente, y yo lo siento por ti. Por eso te quiero sin saber porque, te beso queriéndote y no por ningún motivo en concreto, te dejo en mis sueños y no para tenerte, sino para poderte recoger y amarte siempre. Eso es el amor, una extraña sensación indescriptible.
- No digas tonterías. Eso no puede ser así, una cosa tan importante tiene que tener definición.
-Puede que sea importante porque no la tenga y eso es lo que hace que sea tan mágico y significativo para nosotros.
- Si es verdad lo que dices, no te quiero, no puedo seguir más con esto…
Gracias a eso sé que el amor no es indescriptible, ni es darte besos. Es crear miles de océanos detrás de mis huellas, también es mirarte sin que te des cuenta, inventarte y soñarte, pensarte y nunca olvidarte. Eso es el amor, es quererte aunque no te tenga, es tenerte y seguir queriendote.

martes, 18 de mayo de 2010

Caminando por la nada

Nos encontramos sumidos en un largo caminar.
Un caminar sin destino fijo, donde lo único que guía nuestra travesía son los pasos dejados con anterioridad, difuminados en medio de la oscuridad. Una oscuridad nacida de nuestros miedos, del miedo a caminar, del miedo a avanzar, del miedo a vivir, en definitiva, del miedo a correr el riesgo de perder algo. Perder algo que ni siquiera tenemos. Porque ese es el temor más grande que nos acecha, perder lo que no tenemos, lo que anhelamos, soñamos o puede que inventemos, o sea, solo pensamientos y fantasías que pasean por nuestra cabeza enturbiando y distorsionando nuestros pasos y provocando que nos quedemos inmóviles por miedo a seguir caminando, viviendo, y encontrarnos que nuestra mente hace desaparecer el suelo bajo nuestro pie, provocando que caigamos y todo se acabe sin darnos cuenta de que la única forma de caer es quedándonos inmóviles por miedo de fallecer y errar el camino, pero quedándonos estáticos solo conseguimos equivocarnos de camino, puesto que no elegimos ninguno y perdemos todos los posibles más el que no hemos cogido. Mientras nuestro cuerpo se hunde en las arenas producidas por nuestra inerte mente que aun no es capaz de darnos el equipaje de la felicidad porque tiene demasiado miedo a perder, en definitiva, demasiado miedo a vivir.

martes, 11 de mayo de 2010

Sonrisas con licor

Que alegría hoy me sobrecogía, el viernes llegaba y los sueños pronto se desvelaban.
Levantarse feliz como un necio abraza una flor, levantarse feliz pensando que hoy volverá la ilusión, dormirse, mejor dormirse y no ver lo que acontecerá el día y de paso soñar un poco, no inventar, pero quizás si soñar.

La sonrisa es un escrito sobre la orilla que el agua hábilmente borrará, es algo indescriptible, algo inalcanzable si has muerto con lealtad.
Lealtad a tus ideas, lealtad a tu ahogamiento, lealtad al fuego interno. Lealtad, simplemente el asesino silencioso que rasgará mi alma como lo hizo el cristal con tu vestido.
Puede que parezca otro recuerdo más, puede que tan solo sea una fotografía del futuro que vendrá. Desconozco su origen, desconozco su intención, tan solo me guía ese cálido color.
No lucharé por conocerlo, no combatiré por poseerlo, tan solo esperaré que llegue mi hora y los pájaros, con flores, me hagan un ornamento. No es cobardía, tampoco miedo, únicamente son los efectos del alcohol que me agraden con mala intención. No es tequila lo que recorre mi boca, tampoco su olor recuerda al vodka, creo que más bien es otro tipo de licor, uno que daña al ser que carece de ebriedad, uno inmune al borracho que pide por mendicidad.

Sonrisa, ¿como sonríe un borracho si no controla sus acciones? ¿Como sonreír en la cordura si mi mente sabe lo que sucede?
¿Entonces es un loco fluido más esa sonrisa? esa sonrisa que puede cambiar el mundo, que puede dar vida y solucionar tu agonía.
Puede que no exista esa sonrisa, puede que en este nuevo mundo no exista tal destello…
Puede que deba dar mil gracias al cielo por que todo no fuera a más…
¿Gracias al cielo? Creo que aunque no sonría con la misma intensidad, se muy claro a quien agradecer este destino, tengo muy claro lo que quiero y lo que no me atrevo por no causar mas dolor…
Puede que hoy surjan estas palabras, puede que mañana salga el sol, puede que con la alborada viva un poco menos y se acerque la desaparición.

martes, 4 de mayo de 2010

Anochecer

La niebla cubría el despertar de su rostro,
Sus azulados soles helaban el calor del amanecer
Mientras sus labios componían lagunas a su alrededor,
Emergiendo de ellas un extraño ente llamado amor.

El calor de su pelo se tintaba en la noche,
Oscureciendo todo recuerdo presente
Dañando a todo ser que en su corazón la aposente.

La visión de su rostro deshojaba las horas
Mientras el aire de la vida se escapa
En un suspiro que apenas se recuerda,
Puesto que no hay cosa más bella.

La luna vuelve a buscarla
Para que no me enamore más
Y pueda dormir con ella,
Aunque su cuerpo sea arena.




hoy va para esa suave brisa que nace en las sombras y consigue iluminar a la misma luz, a ese dulce sueño oscuro o quizas a un pequeño momento de oscuridad :[

martes, 27 de abril de 2010

Bienvenidos al país de la duda



Porque hoy el día no empieza con esa historia que deshace la cama como aquel amor tan fugaz, que en ese cuarto de hotel parecía inmortal.
Porque hoy no vuelven miles de historias con los ojos llenos de perdón, porque aunque sea demasiado tarde sus besos solo intentan humillar a la soledad en cualquier rincón.

Hoy el día empieza con otra historia.
Un cuento de príncipes y hadas, de dudas y de locuras.

Espero que mi memoria no desfallezca de la misma forma que lo hizo mi mente, así que perdonen las incertidumbres y los posibles errores de esta historia, una historia que se escribe sobre la marcha, igual que la vida misma.
La vida que tiene un guion y en la que cada paso desbloquea un nuevo camino.

No recuerdo en que tiempo sucedió ni el lugar exacto de estos hechos, pero si no me equivoco me pareció escuchar entre el gentío poblado, la historia de una biblioteca, una palabra que desconocía.
¿Cómo podía conocer alguien de la aldea, una historia semejante?
Empezaba en mí a arder un intratable deseo de descubrir semejante aventura. Como podía una simple palabra provocar tal excitación en mi interior, que me incitaba, casi me obligaba a partir en su búsqueda sin saber siquiera si existía.
Pero era tan grande el deseo de descubrir ese paraíso que sin darme cuenta estaba de camino, no sabía hacia donde pero ya había partido.
Mil pericias me parecieron vivir para encontrar un edificio como cualquiera, paredes de piedra, desnudas al viento salvo algunos pedazos que se protegían con un fino vestido de hiedra, pero puede que las maravillas se amontonen en su interior, pensé. Una extraña curiosidad me invitó a entrar en aquella edificación.
Mis ojos deberían estar engañados por un hechizo, no era más que una casa que intentaba imitar la supremacía de un castillo. Una casa bastante oscura por cierto, y que en lugar de tapices tenia las paredes cubiertas con cientos de hojas unidas entre ellas en diversos volúmenes.
Mi curiosidad volvió a vencerme y mi mano se rindió sin oponer resistencia a tal estímulo. De repente tenía esos extraños pergaminos a los que después me enteré que llamaban libros.
No se que me hizo escoger ese precisamente, había millones de ellos y fue ese, no el más grande, no el más pequeño, no el más cercano, ese, ese libro de cubierta verde y letras doradas.
Letras que ponían: “bienvenido al país de la duda” en aquel entonces no sabía leer y dudo que ahora sepa más que antaño pero algo me alentaba a abrir sus muros y observar su interior. Todo eran letras, me mareaba ante tal desorden, busqué enloquecido un pequeño dibujo y no encontré más que letras, una detrás de otra, todas perforando mis ojos como si intentaran arrancármelos, hasta que caí rendido, me desmayé sobre el suelo.
Las letras continuaban atacándome, pero ahora la víctima era mi celebro, recibía cientos de flechazos de ellas. Mientras tanto, empezaba a vislumbrar una habitación llena de luces, había una cama y una doncella que parecía un ángel, cortinas de terciopelo y miles de ornamentos inundaban la alcoba. De repente mi mirada se quedo hipnotizada sobre la cama, la doncella no yacía sola en aquel lecho, había un cuerpo más, pero únicamente podía mirar y admirar aquel ser hermoso como los rayos del sol al vencer a la noche.
El tiempo ahora ahogaba el ambiente, mientras, observaba como la luz de la luna se apagaba por no saber bailar ese tango y la dama se teñía de oscuridad al caer la noche por no saber que acontecer. Pero mientas el oscuro telón cubría el manto estelar, esa hada se daba cuenta que su perseverancia y la cruel resignación de esa magia no los iba a dejar ser más que dos amantes del montón y en un arrebato de locura, se levanto y mientras se acercaba a un pequeño mueble, no dejaba de mirar hacia el cielo con ojos lagrimosos.
Sus manos abrieron precipitadamente el cajón y extrajeron de su interior unas tijeras esculpidas en bello dolor.
Volvía a la cama con la misma belleza con la que se levantó, pero algo me decía que no con la misma ilusión. En un acto de locura, su mente se nublo y con dicho pensamiento alzó las tijeras y recortó sus alas. Ahora era humana, era otra imperfección más en el mundo de la vanidad, otro ser que podía soñar junto a su amado.
La noche pasó y el sueño venció a la joven que cayó en los mares impasibles de la fatiga haciendo que cayera en el colchón abrazando aquel joven que parecía no darse cuenta de lo sucedido.
Las horas pasaron y no pude moverme de aquel lugar, necesitaba ver que sucedería y así yo también me quedé dormido entre las caricias de la noche, hasta que los finos hilos de luz emprendían un cosquilleo incesante en mí. De golpe desperté, la muchacha tenía el rostro diferente, ahora solo se veía dolor y venganza en sus facciones, el chico despertó con la imagen de un objeto afilado a tan solo 3 centímetros de su faz.
No sé qué sucedió después, no sé que más aconteció en aquel lugar, tan solo podía ver el rostro de una joven adolescente que sonreía al verme despertar, el suelo pedregoso se cambio por unos cojines a base de helechos, y el libro por cientos de caricias.
Lo busqué por todo el lugar, y al fin lo encontré, pedí a la joven que me enseñará a leer y una vez preparado para conocer el final de aquella historia, el libro se desvanecía en mis manos de la misma forma que la arena se cuela entre los huecos de un sueño.
El tiempo pasó y creo que el final nunca se rebelará.
El final podía escribirlo por mí mismo. Puede que tan solo fuese una visión, puede que fuese una lección para no cortar mis alas ante mi futura acción.