lunes, 12 de julio de 2010

Un funeral roto en aguas

No naceré porque salga el sol. No, no lo hare. ¿Para qué abrir los ojos y ver todo lo que nadie quiere ver? No sé, supongo que este universo que existe dentro de una simple “bolsa de plástico” es mucho más extenso y mejor que el que descubriremos al salir. Simplemente nos encontramos encerrados en ambos mundos; nuestra placenta, esa bolsita que nos guarda de cualquier necedad, nos mantiene encerrados como un pequeño objeto de valor, pero a parte de esas débiles paredes no hay nada más que nos aprisione.
Puede que nuestro movimiento sea mínimo pero dentro de ese diminuto universo podemos mantener los ojos cerrados y construir un universo, construir una vida, en definitiva podemos cerrar los ojos y evadirnos del todo y de la nada que nos rodean para poder imaginar lo que es un sueño. Una construcción efímera, un castillo sobre las nubes o una llama en medio del mar, pero es nuestro sueño, nuestra creación, simplemente una pequeña parte de nuestros deseos. Puede ser una tontería pero esos sueños irracionales son el leve susurro que se enciende en nuestro oído y nos dice levemente: - abre los ojos, vive, empieza la construcción y lucha por acabarla.
Puede que muchos lo vean como la necedad más grande que han escuchado jamás pero realmente hay dos preguntas ¿se han parado alguna vez a pensar en ello? O simplemente ¿han sido capaces de escuchar alguna voz? No puede imaginar lo que es una vida marcada únicamente por el exteriorismo. Si, nuestra libertad es casi ilimitada, nuestros brazos no se golpean contra ninguna pared pegajosa que en este mundo de aire infinito no deja de repugnarnos haciendo que olvidemos que una vez fue nuestro hogar, nuestro primer paso, resumidamente el inicio y posiblemente el final de nuestra vida.
No conviene desviarnos otra vez hacia este punto por eso pensemos en lo que es este mundo infinito que no ocupa nada más que el suelo que nos sostiene. Tenemos el ansia de hacer algo, sin saber el que pero hay algo que nos empuja, por lo que parece se ve que en estos momentos hemos olvidado todo lo que un día aprendimos y así es como nos encontramos, perdidos en un lugar que a pesar de ser igual cada día, de presentar esa pintura monótona una vez más es desconocido para nosotros. Otro lugar más ¿Qué importará el sitio donde nos encontramos si siempre es la misma historia? ¿Qué importa todo si no conseguimos cerrar los ojos? Solamente nos encontramos en ese lugar donde lo único que importa es nuestra presencia, un lugar de paso donde nada tiene importancia más allá de lo que nuestros abiertos ojos pueden apreciar. Si, extrañamente con ellos abiertos estamos más ciegos pero es imposible pensar que veremos algo en un lugar donde todo es igual, donde todo lo que apreciamos es falso, un lugar donde todo se reduce a lo que vemos, un lugar donde no vemos nada.
Simplemente un mundo vacio donde nos encontramos encerrados por barrotes de aire. Un mundo que hace que caminemos sin ningún destino, un universo que nos deja ver todo lo que queremos pero antes nos ha vendado los ojos. Si, un paraje donde todo lo que teníamos en un principio se nos arrebata al salir de nuestro envoltorio, haciendo que todos nuestros sueños, nuestro destino se quede ahí encerrado, esperando que alguien ocupe el lugar que hemos dejado porque como se dice una vida se va y otra viene.