lunes, 27 de septiembre de 2010

Die nacht

Es estrella tu mirada que ilumina
La noche de mis sentidos.
Es tu luna destino de mis caricias,
Sueños inacabados aun por despertar.

Aire oscuro me hipnotiza,
Destellos de luz de tu sonrisa.
Aromas y sombras me desvelan,
Todos los colores bajo la noche juegan.

Las sombrías horas se marchitaban
Arrastradas por el claro día,
Efimera imagen, por siempre dormida.

Tejados oscuros iluminados por el destino
Claro desvelo descubre el calor del rocío
Silencioso asesino, de un sueño perdido.


El canto del día acostaba la sinrazón,
Durmiendose toda esperanza en el corazón.

domingo, 26 de septiembre de 2010

palabras de luz

Recuerdo aquel trece de enero como si fuera hoy. Recuerdo como la vida pasaba delante de mi nublada visión y tan solo era capaz de esperar que llegara el tren que perdí o quizás un tren fantasma que nunca llegará. Recuerdo que estaba solo en la estación, tenía un billete, un trozo de papel que me encadenaba a un viaje seguro pero ¿porque era incapaz de poder decidir por mí mismo? ¿Porque no distinguía entre mis deseos i mis fantasías (o esperanzas)? Puede ser porque los seres humanos estemos limitados por nuestras experiencias; son la prisión de nuestra conciencia pero al final el alma humana siempre buscará la verdad y no encontrará más que los trozos de un billete, roto por miedo, roto como mil sueños quebrados en el agua de agosto. Partículas de papel que solo quieren que tu cuerpo y tu alma estén solos, ¿es la solución? No lo sé pero que bien sabe esa sensación. Que descansen para siempre y si no puede ser al menos que lo hagan durante el tiempo suficiente para que todo el hielo esté fundido, mientras estos pensamientos dominaban mi mente un ágil destello provocó que me levantara de mi asiento. Podía ser el guarda de la estación. No, no era él, tampoco era una persona que hubiese visto anteriormente y tampoco parecía un criminal, de repente empezó a hablarme

-¿Porque rompiste el billete que te sacará de ese agujero infernal?

-no lo sé, pero mi fuerza desapareció, al igual que las lluvias al entrar en mi rincón.

-¿crees que esconderte y dejar pasar la vida será la solución? ¿De qué sirve una solución si no te importa nada que solucionar?

-no quiero esconderme, ¿pero qué otra opción me queda? Quiero solucionar, quiero olvidar y que todo vuelva a la normalidad pero ¿cómo?

-aun tienes una opción, la de cambiar el mundo, la de pintar sonrisas en las lagrimas… tienes la oportunidad de vivir, no la malgastes echando tus últimas oportunidades en un pozo sin fondo.

- es fácil hablar, cuando la vida te sonríe, es fácil dar consejos y difícil ponerlos en práctica…

-si, no voy a negar que la vida me sonría, ¿pero has olvidado que a ti también te ilumina cada mañana? ¿Has olvidado que tienes un mundo que abandonaste para descubrir nuevos horizontes? Quizás todo esto no sea suficiente para aclarar las dudas, quizás tengas que indagar en el pasado para recordar lo que querías y mirar en el presente y preguntarte ¿porque si las cosas no han cambiado tu no das el paso?

-la vida no sonrió en mi sombra, como mucho pude maquillar sus tenues rayos para que parecieran menos profundos. La gente cambia con el tiempo, con las acciones… con la vida.

-las cosas realmente importantes siguen ahí, puede que no las veas, pero lo importante es invisible para el hombre.
-¿crees que puede ser eso importante? ¿No sufro por perderlo?

-¿quien dijo que las cosas realmente importantes duelan? ¿Si es importante no deberá servir para que te erijas sobre unos fundamentos?

-nadie dice lo que son las cosas, pero si sufres será por algo.¿Qué importancia tienen los fundamentos si estos se construyen con cartón?

- no sabes la verdad que tienen tus palabras, no puedes llegar a adivinar lo que guardas dentro de ti, no malgastes ese potencial escondiéndote por miedo a sufrir, a vivir de nuevo. Como tú dices: -si vivimos es porque tenemos miedo de la muerte, entonces ¿porque nos escondemos, tendremos también miedo a la vida?

-nadie dijo que tuviera miedo a la muerte.

-entonces ¿a qué tienes miedo? ¿A la vida? ¿A la gente que te aprecia y a la que aprecias? ¿A todos los que lucharon por ti? ¿O puede que tengas miedo de ti mismo? ¿Que no quieras causar más dolor en tu interior y en el de los demás?

-puede ser que no desee mas heridas, pueden ser tantas cosas…

- no te has parado a pensar que tus manos no provocaron más sangre que la que salía de ellas por luchar por lo que querías, por construir castillos y crear sueños dentro.Tus acciones no fueron errores, mucha gente querría sentirse arropada cada noche con la manta que tinto la sangre en la arena.

-la gente, ¿que mas da la gente? Es solo un grupo, un colectivo, una nada inmensa. Y para un individuo solitario esas cosas carecen de significado.

-cambia a la gente por esa persona que espera a cada segundo que le llames, por esa vida que estuvo siempre y que calentaba lo que el frió intentaba congelar.

-sabes ya que no quiero más sufrimiento

-¿sufrimiento?¿Pero no ha sido siempre algo especial para ti?

-Si

-has dicho que no quieres más dolor, y la persona que curó gran parte de tus heridas, esas personas, porque no son solo una, ¿merecen sufrir?

-no, tienes razón. ¿Pero qué puedo hacer yo?

- simplemente renace, se el fénix que una vez vi volar, surca los cielos y cuando tus cenizas caigan a la tierra renace y vuelve a alzarte, yo sé que lo harás, podré ver un lugar hermoso allí donde emprendiste tu vuelo.

-gracias por todo

-no debes darme las gracias

-¿puedo pedirte un último favor?

-claro

-dime tu nombre

-ya lo descubrirás por ti mismo, ya sabrás quien fui si esta conversa sirvió de algo.

Sonrió y allí, en aquel anden, esa imagen translucida con la que hable desvaneció de la misma forma con la que había aparecido y en su lugar se encontraba un pequeño ticket, ¿sería posible? sinceramente no lo sé pero aquello era magia y si no fue así poco falto. Lo recogí del suelo y me senté a esperar el primer tren pero ahora todo era diferente, desde hacía mucho tiempo no sentía ese calor en mí, eran las ganas de vivir, de correr de ver solo agua en los ríos, de sentir únicamente la vida en su grandeza. Volvieron las ganas de desear todo, pero los caminos que se han de emprender en estos momentos necesitan algo más que ganas…Pero era feliz, había vuelto a nacer y seria cosa del tiempo que consiguiera lo que en estos momentos carecía en mi interior para retornar. Estas eran las palabras que se adueñaron de mi mente mientras miraba el paisaje desde un cristal y no dejaba de mirar al cielo y de sonreír.

-gracias, gracias por todo.

Eran los murmullos que salían de mi boca y un abuelo sentado frente mío replicó:

-de nada muchacho.

Y empecemos a reír los dos, porque esta es la magia de la vida, esos segundos que crean la felicidad, esos instantes que vale la pena redescubrir, y que no sabes porque pero hacen que vuelvas a volar, a disfrutar, a vivir…

Cita en un segundo

Noelia dice:
Ola cariño (L)
Bert dice:
Hola
Noelia dice:
Como t va todo??
Bert dice:
Bien a ti?
Noelia dice:
Con ganas d vert
Bert dice:
Ok
Noelia dice:
Podemos kdar??
Bert dice:
Como quieras
Noelia dice:
(K)
Bert dice:

Noelia dice:
Pasa algo vida??
Bert dice:
No nada
Noelia dice:
Seguro?? Sabs q no quiero que m preocupes
Bert dice:
Trankila no es nada, quedamos a las 7 en el parque?
Noelia dice:
No puede ser antes?? Tengo ganas d pasar todo mi timpo contigo
Bert dice:
No t va bien a esa ora? Lo podmos djar pa otro dia
Noelia dice:
Si pero quiero estar mas timpo junto a ti
Estare a las 7 en el banco d siempre
MUAK tqm*amor
Bert dice:
Yo tambin
Adiós
Noelia dice:
Dew videta(L)
Bert cerró sesión

Noelia cerró su ordenador, de repente se dirigió al baño y empezó a arreglarse. Su tiempo se veía ocupado en ponerse lo más guapa posible para Bert, deseaba ser lo más similar posible a las princesas de su infancia. Si, puede ser algo infantil pensar eso y más cuando tienes 17 años pero así era ella, solo quería lo mejor para su Bert aunque ello implicara cosas tan absurdas como esa. Pasó todo el tiempo posible acicalándose e inventando mil diseños para su peinado y su maquillaje, al final se decidió por algo sencillo, dejó su pelo al natural, libre y suelto, con el lápiz de ojos trazó una leve silueta alrededor de ellos e hizo lo propio con el pintalabios, un tono melocotón, cálido pero más bien tenue, casi inapreciable. Cogió las últimas piezas de ropa que había comprado y decidiose por un tejano medio desgastado, una camiseta de tirantes y una camisa verdosa que llevaba atada en nudo. Estaba lista para su “principito”.
Quería llegar un poco más tarde para que la esperara pero no podía aguantar la idea ya que eso implicaría estar menos tiempo junto a él, le quería ver ya, es más lo necesitaba. Por eso llegó varios minutos antes con la esperanza de verlo por si él también decidía acudir temprano pero al llegar al parque buscó el lugar donde se encontraba el banco en el cual habían quedado y al contemplar que este estaba vacío se desdibujó la silueta de su sonrisa.
- Aun es pronto. Dijo mirando su reloj y observando que aun faltaban diez minutos para las siete. Su mente creaba una conversación interna diciéndose que debería estar al llegar, que aun era muy pronto y que en cualquier momento la sorprendería tapándole los ojos y dándole un dulce beso en la mejilla y luego…, luego se sentaría a su lado y la acariciaría mientras le susurraba al oído que no sabía cómo podía haber aguantado sin verla antes, como los te quiero procedentes de su boca se fundirían en sus oídos y harían nacer una inocente sonrisa en su boca que le diría en medio del silencio más profundo: -tonto yo también te quiero. Se imaginaba la escena y no podía parar de imaginar que después él acariciaría su nuca y con la otra mano cogería con fuerza la suya y lentamente acercaría sus labios hasta el punto que ella pudiera notar su respiración y temblor, se veía atontada imaginándose si la besaría mil veces o en cambio la pasión del momento se grabaría en un beso casi eterno, dudaba si aún faltaban cinco minutos o 300 segundos para que sus pensamientos se hicieran realidad y mientras tanto esperaba sentada. Esperaba creando miles de cuentos e ilusiones y con cada una de ellas las manecillas del reloj parecían girar a mayor velocidad pero ella era ajena a todo, solo imaginaba, pintaba historias con sus fantasías y luego rezaba para que se hicieran realidad y con la tontería dieron las 19:18 aunque ella seguía pensando que aun eran menos cinco y en cualquier momento llegaría.
Durante un instante despertó de sus pensamientos y observó la hora que era, de repente su mente volvió a llenarse de pensamientos, - debe de haber perdido el tren o quizás se ha parado en una floristería a comprarme flores y debe retrasarse por eso, es que es un cielo, seguro que se presenta con un ramo de rosas rojas y blancas o mejor aún, quizás me traiga uno de claveles estriados y crisantemos, - ojala sean amarillos, espero que se acuerde que son mis preferidos o a lo mejor me trae una flor de zinnia con un osito de peluche, es que es un encanto, suerte que le tengo, no sé qué haría sin él. Mientras se repetía una y otra vez que estaría al llegar sacaba su pequeño espejo de bolsillo y contemplaba si estaba lo suficientemente guapa para cuando llegase. Se miraba y se veía más guapa que nunca pero aun así no le parecía suficiente, mientras el tiempo corría ella susurraba un juramento al pequeño espejo, - por favor hazme la chica más guapa, conviérteme en alguien perfecto para que así Bert se sienta tan orgulloso de mi como me siento yo de tenerlo a él. Tras estas palabras volvió a cerrar los ojos y de repente unas manos la abrazaban desde atrás y le susurraban al oído que ya era perfecta, que antes de conocerla ya estaba orgulloso de ella y que sería capaz de dar cualquier cosa para poder vivir en ese diminuto espejo para así estar siempre a su lado y poder ver el reflejo de su rostro siempre que se mirara en él. Entonces ella se giró viendo solamente un grupo de niños jugando y una pareja de ancianos que alimentaban palomas con pequeñas migas de pan, cuanto deseaba que dentro de 60 años ella pudiera ocupar ese banco y dar trocitos de pan a las palomas junto a su Bert. Volvía a soñar en ese banco, antes lo había hecho innumerables veces siempre bajo el abrigo de los brazos de su principito pero ahora lo hacía únicamente con el recuerdo de esos momentos y las esperanzas de que estos fueran de nuevo realidad en breves instantes. Mientras se abrigaba con el calor de las imágenes que suministraba su mente se quedó dormida durante unos minutos. Las manecillas del reloj giraban, el viento iba enmudeciendo los jubilosos chillidos de los niños que iban desapareciendo bajo la llamada de sus madres, la pareja de ancianos que una vez agotada su bolsita de pan se levantaba desvaneciéndose lentamente hacia la parada de autobús más cercana. La gente iba abandonando lentamente el lugar y las sombras de la noche acechaban mansamente los arboles y farolas del lugar hasta el punto que Noelia estaba sola en aquella zona del parque, estaba sola y envuelta en sueños. Eran las 20:03, ya llevaba media hora dormida, mientras tanto su móvil había sonado emitiendo los zumbidos de la vibración sin que ella se percatara y pasados unos minutos empezaba a abrir temerosamente los ojos observando como en ese tiempo en que se había entregado al sueño todo había cambiado, los gritos eran silencio, la gente sombras y estas se cosían entre ellas ahogando los diminutos destellos que emitían las farolas que bordeaban los caminos del parque como si gastasen sus últimas energías en sobrevivir en vez de en alumbrar. Miró a su alrededor y solo vio como la noche iba pintando los arboles con su magia, como todo era cada vez más silencioso y bonito, como el frio empezaba a adentrarse en la escena y a susurrar con el soplido del viento para que las temperaturas bajaran de forma impasible. Noelia se preocupó al ver que no había nadie allí, que no estaba Bert. Miró su reloj que seguía con su particular movimiento devorador de segundos con el cual se tragaba un poco de luz y calor. Empezaba a refrescar pero seguía allí esperando, los temblores y escalofríos no tardaron en acogerla pero ella mantenía su espera, cada vez más angustiada y preocupada por si realmente le había ocurrido algo, seguía sentada en el banco y no paraba de pensar porque no estaba ya ahí, cogió su teléfono para llamarlo y descubrió el mensaje que le habían enviado mientras dormía. Rápidamente lo leyó ya que era de Bert.

Bert:
Ola guapa kreo k llegare un poco mas tarde no te preocups me an salido un par d cosas. Tk.

En esos instantes su rostro volvía a iluminarse y mientras apretaba sus manos contra su pecho el frio que sentía iba desapareciendo, se repetía que tendría un buen motivo para llegar tarde que en cualquier momento llegaría que él la había avisado pero ella no se había enterado y que en el fondo era culpa suya, se sentía mal por pensar que no llegaría, es mas se sentía culpable de dudar de él. Volvió a acomodarse en el banco de madera mientras se entretenía observando las flores que tenía en frente, deshojándolas mentalmente. Su mirada había acabado de arrancar todos los pétalos del pequeño jardín cuando dieron las nueve de la noche aunque para ella la sensación era que el tiempo no había avanzado tanto, es mas ya ni miraba el reloj, esperaba sin preocupación mientras las estrellas nacían sobre ella.
El tiempo seguía avanzando implacablemente sin que se percatara, de repente su teléfono sonó, era su madre.

Mama: - ¿cariño donde estas? te estamos esperando todos para cenar.
Noelia: - tranquila mama estoy bien, estoy esperando a Bert que ahora viene, seguramente iremos a cenar fuera no te preocupes.
Mama: - no tardes en llegar, sabes que no me hace gracia que llegues muy tarde y menos si vuelves sola.
Noelia: - mama no pasa nada estoy con Bert no te preocupes. Adiós!

En ese instante colgó haciendo que su madre no pudiera responder.
Pasaron unos veinte minutos en los que se quedo muda, casi absorta mirando las sombras que creaban los tenues rayos de las farolas que junto a ese toque mágico que otorgaba la luna la encandilaban e hipnotizaban haciendo que su abstracción fuera mayor.
Eran las 21:30 pero todo seguía igual, cada vez hacía un poco más de frio, todo era un poco más oscuro y ella seguía esperando en el banco con las mismas ganas que dos horas antes, empezaba a tener hambre, durante unos breves instantes pensó en llamar a su madre y que la fuese a buscar pero rápidamente erradico dichas ideas de su cabeza, no podía hacer eso, tenía que esperar a que llegara su principito y entonces se irían los dos juntos, él la invitaría a cenar y luego se pararían en cualquier terraza a tomar un helado mientras miraban como las calles estaban semidesiertas. Cada vez tenía más ganas de verlo, necesitaba poder respirar el aire que expulsaba su boca y dormirse entre sus brazos, porque aunque no era tarde se encontraba cansada y le encantaba acurrucarse junto a él y adormecerse con el suave aroma de su colonia.
Pensó en llamarlo para ver donde se encontraba y si prefería quedar en otro lugar, pero no lo hizo, esperó un poco más, concretamente esperó el tiempo suficiente como para volver a dormirse. Sus parpados volvían a ceder al sueño y mientras dormía soñaba que él llegaba y se iban los dos juntos, la velada era perfecta nada podía estropearla, una cena los dos solos, un paseo por las calles abandonadas de la noche y finalmente entraban a ver una película de sesión matinal a la cual solo asistían ellos dos, todo era perfecto, tan perfecto como un sueño que se extinguía con el despertar de Noelia. Volvía a abrir los ojos, se encontraba en el parque, no sabía que hacia allí hasta que entendió que todo había sido un sueño, una representación onírica perfecta pero un sueño al fin y al cabo. Tras despejarse levemente miro su reloj, eran las 22:52. Finalmente tomo la decisión de llamarle, cogió su teléfono y marco el numero de memoria.
Piiii piiii piiii piiii nada, comunicaba.
Volvió a intentarlo pero el resultado fue el mismo por lo que le envió un mensaje.

Noelia:
Cariño q te pasa q no contestas? No m preocupes vale? Llamame cuando puedas. Pd: tq*muchísimo. besitos.
Volvió a guardarse el móvil en el bolsillo y a esperar a que llegase o le respondiera. Sucedió lo segundo, pero tardo su tiempo en hacerlo.
Bert:
Perdona estaba ablando cn un amigo, te importa si kedamos otro dia k aora no puedo ir?
Noelia leyó el mensaje de forma incrédula pero finalmente llegó a la conclusión que había tenido que pasar algo grave para que le dijera eso, preocupada volvió a llamar, aunque el teléfono seguía comunicando por lo que tomó la decisión de enviarle otro mensaje.
Noelia:
Pasa algo vida? Me tienes preocupada sabes que puedes dcirm lo q sea.

La respuesta tardo poco en llegar.

Bert:
Trankila no s nada solo k aora no puedo ir,lo siento.

Noelia no paraba de preguntarse qué habría sucedido para que no pudiera ir, se sentía preocupada casi culpable como si solo quisiera retenerlo junto a ella mientras quizás él lo estaba pasando mal por lo que le había impedido ir, - soy una egoísta, se repetía una y otra vez, quizás debería acercarme a su casa haber que pasa aunque quizás no esté ahí o no sea oportuno presentarme y menos a estas horas.
Mientras pensaba que debía hacer caminaba por el solitario camino del parque dirección a la parada de autobús a la cual se habían dirigido la pareja de ancianos anteriormente, llegó a ella y se sentó a esperar el primer autobús que llegase, llevaba más de un cuarto de hora esperando sin que pasara ninguno por lo que se levantó a ver el horario viendo que eran casi las 24:00. Era inútil esperar a alguno, se había entretenido demasiado tiempo esperando en el banco del parque y ahora ya era tarde para que pasara algún autobús, se sentó nuevamente en el banco y llamó a su madre para que la recogiera, solo obtuvo la respuesta de una voz mecanizada.

– el numero al que llama se encuentra apagado o fuera de cobertura, inténtelo más tarde.

Volvió a probar al cabo de unos minutos pero la respuesta volvía a ser la voz de la operadora, resignada ante la idea de que tendría que volver andando se sentó y cogió el móvil de nuevo, no tendría sentido volver a llamar a su madre, debía estar durmiendo, y tampoco podía llamar a Bert eso le preocuparía y no quería que se preocupase por culpa suya. Se puso a mirar en la agenda por si encontraba a cualquiera que la pudiera acercar a casa pero se veía incapaz de molestar o despertar a alguien por un capricho suyo, cerró la agenda y con la idea de volver caminando miró un par de fotos, la mayoría eran de alguna vez que había quedado con Bert y mientras pasaba de una a otra recordaba aquel día como si hubiera sido la cita que no había podido tener esa tarde.
Finalmente no volvió caminando a casa, sin quererlo se quedó dormida en el banco.
Otra vez dormía, las horas volvían a pasar rápidas pero esta vez era el sol el que empujaba a la noche, el que con sus primeros rayos calentaba el rostro de Noelia y la despertaba a primera hora de la mañana. Volvía a despertarse sin saber que pasaba, como en las otras ocasiones tardó unos minutos en recordar lo sucedido antes de que se quedara dormida y preocupada por no haber ido a dormir a casa y por la reacción que tendría su madre se levantó del banco haciendo que su teléfono cayese al suelo, tras dar dos pasos se giró y lo cogió.
Tenía un nuevo mensaje, se volvió a sentar y lo abrió.
Bert:
Oye Noelia no stoy muy seguro d esto, kizas sea mjor dejarlo lo siento.
El teléfono volvió a caerse al suelo de la misma forma que las lagrimas caían de sus ojos, no sabía qué hacer, permanecía sentada en el banco como una estatua a la cual le han arrancado su corazón, seguía sentada esperando aunque esta vez no era a su principito, esta vez no sabía porque esperaba pero seguía quieta en el banco junto al abrigo de sus lagrimas y el lento movimiento de los segundos en su reloj.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Historias de tren

Ahi van unas breves líneas creadas el viernes en la estación:


En medio de la más silenciosa noche se erigía un pequeño ruido que deshacía el mantel que salpicaban las estrellas sobre el gélido océano nocturno. En un instante se entrecortó la respiración del tiempo, todo se detuvo, nada se movía, nada existía durante ese segundo y luego todo tornaba a la normalidad. Era un breve suspiro que congelaba fugazmente la escena y de forma inmediata volvía a deshacer hasta la más fina capa de hielo y allí en el justo instante donde se creaban los gélidos abrigos del tiempo nacía él. Nacía un diminuto ser comparado con la inmensidad que le rodeaba, era como una mota de polvo invisible, alguien o algo que a pesar de ser y existir carecía de importancia, no era nada y se encontraba perdido en un todo del que creía saber y del cual únicamente intuía vislumbrar la realidad pero estaba ahí quieto, contemplando como las horas se volvían minutos, estos segundos y finalmente estos últimos en hielo.
Contemplaba toda la escena, miraba, escuchaba, incluso la saboreaba pero entonces el tiempo volvía a correr, el hielo era agua y la última gota el destello final que volvía a ocultarlo en las sombras hasta un nuevo instante glacial donde retornaría a romper las aguas que posteriormente, una vez solidificadas, detendrían el tiempo durante un breve instante.


Hoy la lluvia empapaba mi cuerpo e ilusión haciendo que la noche fuera más densa de lo normal, su oscuridad estremecía a lo más profundo de mí ser, y en su letargo no saldría el sol que pudiera iluminar a mi rosa que se disfrazaba lentamente de ciprés. El gélido viento que salía de mis susurros ahogaba el pequeño fuego de la vida que en medio de estupideces va desapareciendo y que no sé en qué momento, en un acto de idiotez, decidí arrojarle agua y posiblemente apagarlo de una vez por todas con el último atisbo de luz de la noche.
Y pensar que todo esto desaparecería con el primer rayo de sol, y pensar lo que sucedería si amaneciera…


Noto como la espesor del aire oprime lentamente todo lo que rodea mi mísera vida. Los estallidos que se producen en mi cabeza son sonidos continuos mientras que el resto de mi cuerpo va crujiendo y estallando lentamente, bueno todo mi cuerpo no, hay una parte de mí que permanece callada.
En lo más profundo de todo aun existe un lugar donde pervive el silencio, pero no existe a consecuencia de la falta de ruidos puesto que fue lo primero en resquebrajarse y su estruendo resonó tan fuerte que el silencio pareció ser lo único que existía. El tiempo se congeló en ese instante, con ese parón momentáneo surgió el ruido y con él el silencio. Este hecho no fue fortuito puesto que antes mi silencioso interior no dejaba de gritar con la mayor fuerza que podía mientras el resto de mi cuerpo permanecía callado, ahora todo es al revés y las cosas son siempre por algo, aunque sea por error.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

recuerdos escarchados

Hoy algo breve y "calentito" recién salido casi, subida la primera parte de escritura realizada en la UB (vivan las no asistencias de profes) bueno pues aquí dejo un mini poema de 2-3 min de creación disfrútenlo y ya subiré los otros escritos de hoy:P

Aire fresco de enero
No vuelvas con tu foto,
Pues solo del olor a romero,
Nacerá la flor de loto.
Imberbes mentiras te asaltaran
Demencia inaudita albergaras,
Sin motivo de locura vivirás
Faltando cordura, a las celdas del mar.
No esperes un rayo de luz,
Putrefacto sol no te iluminará
Aunque por las noches,
Tu mirada, lo haga brillar.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Lluvia

El día amaneció nublado, llovizno toda la noche y parecía que paró durante unas horas, pero nadie se dio cuenta puesto que el momento en que sucedió no acompañaba a estar despierto, y menos aún a contemplar la lluvia.
Los golpes que dejaba la lluvia en la ventana provocaron que me despertara de golpe.
Parecía que un dios enfurecido lanzase miles de gotas con toda su fuerza con la única intención de romper esa cristalina barrera que separaba el paisaje mojado de la cálida habitación donde hasta el momento reposaba ajeno a todo lo exterior. Los rayos no paraban de gritar, la lluvia iba sumiendo todas las calles bajo un manto de agua que parecía interminable para el tiempo.
La situación era estresante y extrañamente me provocaba una gran angustia. No sé porque pero esa lluvia no era normal, tenía algo extraño. Algo que llenaba de incertidumbre y un cierto dolor todo mí ser.
Pasé un rato sentado junto a la ventana, viendo como el cielo no paraba de llorar, pero finalmente el sueño me capturo entre sus brazos y me invitó a quedarme allí dormido sin hacer caso al mundo exterior.
Al día siguiente desperté empapado junto a la ventana, sorprendido puesto que estaba tan cerrada como al irme a dormir, este suceso me mantuvo captivo de todo hasta la hora del almuerzo donde olvidé todo lo acontecido y me contentaba comiendo unas tostadas con mermelada y escuchando las últimas noticias sobre la interminable tempestad.
La cadena local informaba sobre la inundación de un barrio que era familiar para mí pero en el que no recordaba haber estado. El resto de canales estaban de acuerdo con que se desconocía el final de la tormenta y que posiblemente se producirían más inundaciones por los alrededores.
No le di más importancia al tema puesto que todo esto sería un poco de agua que se desbordaba por algún problema con el cambio climático.
Con todo preparado para enfrentarse a un nuevo día, no muy radiante, mi mano cogió enérgicamente el pomo de la puerta y comprobó que este permanecía inmóvil, estuve intentando de abrir la puerta de todas las formas posibles pero no cedió ante ningún intento.
Las otras puertas tampoco se abrían y por mucho que probase ninguna estaba dispuesta a dejarme salir.
Desesperado cogí el teléfono para llamar a un cerrajero y poder salir, pero el teléfono también se resistía a funcionar. El sonido de un trueno evito lo que hubiera sido un claro ataque de rabia, pero su sonido provocó que todas las luces empezaran a enloquecer, se encendían y apagaban a su antojo, la lluvia caya con más intensidad, la nevera, el lavavajillas, el horno y el resto de electrodomésticos habían sufrido los mismos efectos que las puertas y el teléfono. Únicamente el televisor se resistía a dejar de funcionar, pero se esforzaba en vano ya que solo conseguía retransmitir una serie repetitiva de rayas grises y blancas con alguna que otra mancha negra y el único sonido que emitía era una especie de pitido que se asemejaba a los gritos y los llantos humanos.
Finalmente tuve que apagar aquel aparato que parecía sacado de una película de terror, igual que el resto de la casa que ahora era una prisión terrorífica.
Subí las escaleras en dirección a la habitación ya que siempre tuvo algo que me reconfortaba, sin pensarlo dos veces cogí el libro que llevaba varias noches intentando de acabar y me senté en la cama con la intención de poder devorar varios de sus capítulos.
Sus páginas me sirvieron para evadirme de la pesadilla en la que me encontraba y para provocar una sensación que aceleraba el paso del tiempo.
El último capítulo se asomaba como el siguiente paso para finalizar el día, pero el teléfono sonó. Me levanté de un bote de la cama y corrí escaleras abajo como si participara en un eslalon, el teléfono aun sonaba. Cogí el auricular y un sinfín de llantos se retorcieron en mi oreja, unos gritos era el único sonido que salía del aparato, un dolor que heló mi cuerpo en segundos y que casi consiguió que me desmayara en aquel preciso momento.
Al cabo de poco los gritos cesaron y sonó el timbre de la puerta, mis piernas corrían por sí mismas hasta plantarse enfrente de la puerta, la mano tardó más en reaccionar pero ya sujetaba el pomo e intentó girarlo. Ahora sí que se dignó a moverse pero era extraño, la puerta debería de haberse abierto, el pomo giraba pero giraba en exceso, parecía como si fuera lo único que supiera hacer. La persona picaba inagotablemente al timbre, intenté golpear a la puerta para indicarle que necesitaba ayuda pero al mirar por la rejilla me quede helado de nuevo, no había nadie al otro lado de la puerta pero el timbre seguía sonando.
Todo eso debía ser una fantasía, un delirio, como mucho podía ser una pesadilla pero para mi desgracia era real, no paraba de golpear la puerta furiosamente y asustado. Parecía que me persiguiera una interminable manada de lobos hambrientos pero estaba solo y eso era lo peor, no sabía nada, ¿estaba ante una casa encantada o simplemente me estaba volviendo loco?
El timbre paró un instante y volvió a sonar con más fuerza, mi cabeza cedía, el miedo me controlaba y por desgracia mis piernas no aguantaban más y dejaron que mi cuerpo cayera al suelo dejándolo inconsciente.
Al día siguiente volví a recuperar el conocimiento y estaba otra vez empapado, pero la puerta seguía sin querer abrirse. Todo era una locura, no podía seguir más con esa tortura, era el tercer día que pasaba encerrado, sino estaba loco poco faltaba y mi mente lo sabía. Se vio embargada por un ataque de locura y espanto. Se sentía sin fuerzas, sin ánimo y atemorizada. No sabía lo que hacía ni donde la realidad se separaba de la ficción.
La parte que aún conservaba una porción de cordura se enfrentaba a la paranoia que sufría el resto de esa turbia mente, la demencia acabó conquistando todo mi ser hasta el punto que perdió el atributo de persona, ahora más bien era un ente enfermizo que no deseaba nada más que aliviar ese sufrimiento, fuese cual fuese el precio que tuviera que pagar.
La locura cada vez se adueñaba más del cuerpo y de la mente, pudriendo cualquier posible reacción de racionamiento. Cuchillo en mano el ente emitió un gemido de dolor.
Aún no había osado atravesar su piel con el artilugio que sostenía pero se retorcía en el suelo como si cientos de hierros candentes se clavaran en su cuerpo atravesándolo completamente.
Gemía desorbitadamente y sin mesura, era un sonido similar al del teléfono pero aquel dolor a comparación de este parecía hasta cierto punto inocente.
Un ruido en el piso de arriba provocó que aquel deplorable ser dejara el cuchillo en el suelo y se dirigiera velozmente hacia el origen del ruido como si fuera un depredador en busca de su presa. El ruido no era más que un pequeño pájaro que golpeaba la ventana de la habitación de forma repetida y sin descanso. Inesperadamente consiguió hacer una minúscula brecha en el cristal y eso provocó un brío de esperanza, como si fuera magia cada golpe que daba el pájaro contra el cristal provocaba una humanización en el monstruo hasta el punto en que dejó la locura como un mero recuerdo y se puso él también a golpear el cristal. Finalmente entre los dos consiguieron formar un pequeño agujero de la medida de un vaso de agua, pero en otras circunstancias el cristal hubiera cedido ante el primer golpe humano dejando la estructura de madera sin ningún trozo de vidrio.
El pájaro, mal herido, se coló por el agujero yendo a parar a la cama donde yacía casi en su lecho de muerte, ahora entrado en cordura intenté volver a golpear el cristal pero ni siquiera conseguí rasgarlo, se había tornada tan duro como una plancha de acero. Todo lo que sucedía era inexplicable, era una locura detrás de otra. El teléfono volvió a sonar y bajé velozmente a descolgarlo sin muchas esperanzas, pero para mi sorpresa ya estaba descolgado y seguía sonando, acerqué temerosamente el auricular a mi odio. Esta vez no escuchaba ningún grito, más bien no escuchaba nada, cansado de estar con el auricular en mi oreja sin sentir ningún ruido estuve a punto de colgar cuando comenzó a escucharse el piar de un pájaro a través del teléfono. No había reparado en el pájaro, ni siquiera me acordaba de él y una sensación de espanto se dibujaba en mi cara, al cabo de unos segundo el pájaro calló y se escucho un único grito que provocó que colgara, cosa que me atemorizo más puesto que comprobé que el cable del teléfono había estado cortado y todo el suelo a su alrededor estaba encharcado.
Se escuchó otro grito pero no se formaba en el teléfono sino que nacía de mi boca, subí espantado a la habitación, donde casi aplasto al pájaro del cual nunca lograba acordarme. Por primera vez me fijé en él. Era de tonos marrones y de un tamaño bastante pequeño, a primera vista parecía un pájaro cualquiera, lo único que sorprendía era una pequeña flor que llevaba en su pico y una herida en la cabeza, seguramente provocada por los golpes que se había dado.
La flor que tenia me extraño en gran parte, ya que era como si estuviese intentando de decirme algo con ella, ¿era un mensajero ese pájaro? No lo sé, pero cogí la flor de su pico y la estuve observando minuciosamente, era como una rosa enana y sin espinas. Me acerqué a la ventana con la rosa en la mano y comprobé que aunque lloviese a cantaros el agua no entraba por el agujero, me puse a observar por él y solo veía lluvia, una lluvia incesante que no paraba para nada. Cerré los ojos abatido y ahí comenzó a latirme el corazón con una fuerza extraña, ahora con los ojos cerrados podía escuchar una voz que provenía de fuera y lentamente una silueta humana se formaba con las gotas de agua.
El ser de gotas gritaba incansablemente, eran suyos los llantos, pero ¿Por qué ese dolor? Y ¿Por qué me tenía que pasar eso a mí?
Pareció leer mi pensamiento, me alzó su mano y señaló hacia el libro que estaba leyendo días antes y que no conseguí acabar, se lo entregué intrigado y atemorizado por lo que pudiera suceder. El ser iba pasando las hojas que se iban mojando con el contacto de sus dedos, paró al final del libro, volvió atrás y busco el capitulo 12, el último capítulo, y empezó a mojar sus hojas.
Me arrebató la rosa y la colocó en la última página. Cerró el libro y me lo entregó.
En ese instante la figura había desaparecido y solo había lluvia. Fui a mirar lo que había hecho en el libro y en ese instante un chorro de agua entro por el agujero haciendo que perdiera el conocimiento.
Pasaron varios días hasta que desperté, volvía a estar rodeado por un charco de agua, sin estar seguro de nada me acerque a la ventana, el agujero había desaparecido y dejó de llover.
Fui a abrir la maneta de la habitación, la cual goteaba incesantemente y no me dejaba abrir la puerta.
Otra vez se repetía la historia, pero ahora no estaba dispuesto a quedarme encerrado de nuevo, pero todo intento volvía a ser en vano. Estaba encerrado de nuevo y todas las cosas de la habitación estaban mojadas. Sin nada que hacer me tumbe sobre la cama con la intención de acabar de una vez el libro y luego ya pensaría como salir de allí.
Abrí el libro por la pagina 228 que era donde empezaba el capitulo 12 pero aparecía una nueva portada, un libro diferente dentro de ese mismo. Estaba sorprendido, no encontraba ninguna explicación lógica para aquel suceso.
Empecé a leerlo y todo me resultaba familiar, era como si lo que estaba escrito lo hubiera vivido en otro tiempo, las horas pasaban y cada vez devoraba más páginas hasta que llego la noche. Dejé el libro en la mesita y empecé a dormir.
Un sueño invadió mi descanso, llovía, me encontraba en una casa cerca de la playa, como indicaba el libro, y una mujer vestida de blanco me llamaba desde la orilla, iba corriendo hacia ella y de repente el suelo se desvanecía bajo mis pies y empezaba a caer al vacío. En ese momento desperté, mire por la ventana y llovía y el agujero volvía a estar ahí.
Bajé corriendo y atemorizado intenté de abrir la puerta y esta vez conseguí salir al exterior donde no observaba el paisaje urbano que tendría que ver, si no que únicamente veía una playa interminable. El teléfono volvía a sonar, sin cerrar la puerta fui a cogerlo y una voz me susurro: -corre.
Sin saber porque me encontraba corriendo hacia la playa, aquí también observé a la mujer de blanco que me gritaba, pero yo corría, no podía parar de correr y mucho menos escuchar lo que decía. Cada vez mis piernas se movían más rápido, estaban a punto de adentrarse en aquellas aguas cristalinas, la mujer había empezado a correr sin que me diera cuenta y logró darme alcancé. Su mano se aferro a la mía con una fuerza increíble, las piernas se detuvieron por primera vez. Su rostro era realmente hermoso, hacia que aquella playa pareciera un simple parque urbano, su cabellera negro azabache bañaba una tez extremadamente blanca, casi enfermiza pero que la hacía más hermosa aún, sus ojos podían confundirse perfectamente con el mar ya que atrapaban tu mirada y no dejaban que pudieras apartarla, te perdías en la inmensidad de esa mirada diluida en el espacio pero extremadamente cálida, a pesar de su gélido color. Todo esto cautivó y aprisionó mi mente, no le dejaba que hiciera nada y no pudiera dejar de pensar en otra cosa que en cogerle también la mano a ella.
Sin darme cuenta ya la tenía sujeta, su piel estaba formada por las mismísimas nubes, ni la seda tenía un tacto tan fino como aquella mano. Su boca se abrió y me ofreció caminar por la orilla, mi boca empezó a tartamudear y ella río inocentemente, en esa situación aún era más hermosa que antes.
Instantes después caminábamos cogidos de la mano por la orilla, rodeados y cautivados por la belleza de aquel paraje, no hablábamos, solo nos dábamos la mano y caminábamos. Ella mantenía su mirada perdida en la playa y yo miraba la arena desviando mi vista únicamente para contemplar a mi acompañante, de repente se paró, me miró a los ojos y empezó a caminar hacía dentro del agua tirando de mi brazo para indicarme que la siguiera.
Mi cuerpo estaba a merced de sus deseos, no opuso ninguna resistencia a su oferta y cuando me soltó la mano y empezó a correr mis piernas volvieron a reaccionar por si solas.
Corríamos en medio del agua, los dos solos. Sus piernas provocaban que miles de gotas bailaran entre los pliegos de su vestido blanco, en cambio mis pasos parecían indicar una terrible oleada. En uno de esos movimientos la chica cayó al agua. Me acerqué velozmente y me agaché para ayudarla a subir y preguntarle si se había hecho daño, su única respuesta fue un empujón que me tiró al agua y una risa inocente que me atontaba aun más.
Se levantó ella primero y yo seguí sus movimientos. Ahora se encontraba enfrente de mí, no dijo nada y su mirada parecía más perdida que nunca. Sus labios se abrieron lentamente y se aproximaron a los míos sin que pudiera percibirlo, su boca y la mía se abrazaron momentáneamente. Paró de besarme, me miró y volvió a acercar sus labios a los míos, esta vez no fue tan fugaz, llegó a envolverme con sus brazos, su perfume se colaba por mi nariz y podía sentirlo en sus besos, era un momento único. En instante en que ese sabor tan dulce se intensificaba en mi boca me soltó. El suelo a mi alrededor iba desapareciendo, mis pies ya no sentían la arena, ya no se mojaban con el agua, mi boca se desprendía lentamente de la suya, hasta que llegó a separarse totalmente, en ese punto abrí los ojos. No vi nada, todo era negro.
Mis piernas intentaron correr pero era inútil, caya y caya en un abismo sin final.
Junto a mí caya la rosa que lentamente se acercaba buscando el calor de mi corazón, una vez cerca de él mi cabeza se golpeo con algo y todo terminó.
Ya no caya, ya no corría, ya no llovía.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Estatuas sin aliento

Era una noche normal, todo estaba en silencio. El imperturbable manto que tejían las estrellas únicamente se veía enturbiado por algún sonido mudo que se escapaba sin querer.
El tiempo hacía siglos que se había detenido en aquel lugar. No existía ninguna explicación para que todo sucediera de esa forma pero la realidad es que fuese como fuese todo hubiera acabado de esa manera. Aun nadie recuerda ni entiende porque sucedió así, porque lo único que quedaba de él era un recuerdo y poco más. Todo estaba en silencio, el silencio de la muerte.
Las lágrimas eran el único sonido que se atrevía a estar presente en la escena, no había grito más silencioso en aquel cuadro. Entre los sollozos y las imperturbables expresiones que se habían esculpido sobre la pedrea expresión de los allí presentes sonaba una pregunta ¿Por qué, porque lo has hecho?
Nadie parecía escuchar esa pregunta, nadie excepto la persona menos inesperada. Todo se enmudeció aun más, dejando congelados todos los destellos de la escena después de sentir un leve sonido proveniente de ningún lugar.
Todo lo anterior se rompió, como un tejido resquebrajado ante el paso de una impasible tijera, realmente hubiera sido mejor que a los presentes les hubieran pasado una tijera con paso firme y sin piedad, pero en su lugar no pasó nada, solo ese segundo interminable que tras hacerse de rogar acabo pasando. En ese momento empezaron las preguntas y las dudas, y de la nada volvió a sonar ese susurro. De golpe sonó una silenciosa voz -¿Por qué os preguntáis el motivo por el que estoy aquí? Es muy fácil llorar pero deteneros un momento y decirme quien sujetaba realmente ese trozo de vidrio.
Instantes antes de todo cuando aun tenía dudas me miré, pero no me vi. Vi todo menos mi reflejo, vi las obligaciones de uno, las cosas de otro y la vida de nadie. En ese momento ya no había dudas, ya no había nada. Pero no me culpéis con la escusa de que era débil, realmente no era ni eso, no era nada. Os vuelvo a decir que yo no fui quien tenía ese trozo de vidrio en mis manos, no sé quien era pero yo no.
Tras estas palabras el aire se hizo más pesado, costaba respirar y las caras de las estatuas inmóviles que presenciaban la escena ahora eran esculturas de hielo y nieve. Tras las gotas que cayán de sus cristalinos ojos volvió a sonar por última vez La voz.
-No estéis tristes, ahora soy feliz, ahora soy feliz…
Tras esto ya no surgió ningún sonido de aquel lugar, las nubes empezaron a marcharse y la noche decidió acostarse. Apareció un tenue de rayo de sol que iluminaba el lugar, un rayo de sol que se vio humedecido por las lágrimas de las estatuas.