domingo, 31 de octubre de 2010

Mela II, confesiones de un diario oculto (fragmento del texto original)

Bueno sinceramente no sé porque te escribo esto, pero supongo que por el mismo motivo me siento obligada a decírtelo y en parte me veo incapaz de decírtelo a la cara porque sé que pasará aunque me niegue a aceptarlo y no sé porque motivo pero eres el pensamiento que ocupa mi mente en todas las horas, la imagen que tengo cuando despierto y el último suspiro antes de dormirme.
Sinceramente aun no logro comprender el porqué se ha creado esta cosa hacia ti, ni porque por mucho que lo intente no puedo hacer que desaparezca.
La verdad, no sé qué decirte porque tengo miedo de todo, tengo miedo de perderte y que pueda ser definitivo, porque sé lo que hay, y habrá un punto en que seguramente te cansaras y todo se terminará. Tengo miedo de que ya no me mires ni como a una amiga, que ni siquiera me mires como a una desconocida. Supongo que tengo miedo a perderte, aunque ni siquiera te tenga pero es que no sé ni como decirte esto porque es tan complejo que después de tanto tiempo y de tantos esfuerzos por olvidarlo o tan siquiera poder controlarlo, aun no logro nada más que seguir teniéndote presente en mi mente.
No sé, me gustaría poder decirte que me ausentaré un tiempo y luego se me pasará pero ya sabes que siempre que lo he intentado he caído y no he podido separarme de ti. Sinceramente cuando me he alejado un centímetro de ti es cuando más deseaba estar a tu lado, aunque ni siquiera me hicieras caso pero ya no sé qué decirte que no sea que ojala aquel momento en que me cogías, me abrazabas o simplemente me hablabas o mirabas no se acabara nunca porque no sé porque pero eres demasiado importante para mí y no sé qué haría si por lo que fuera pasara algo y las cosas se olvidasen.
Supongo que todo esto viene porque no logro decirte todo lo que me importas, o porque intento que no sea así, pero hay tantos momentos en que echo de menos cosas tan insignificantes como una simple sonrisa en tu cara, el sonido de tu voz, el calor de tu presencia o simplemente tu imperturbable aliento al respirar que no comprendo cómo aun no he sido capaz de decirte nada.
En parte no sé si hago bien contándote esto porque las cosas seguramente han cambiado pero supongo que tienes derecho a saberlo y a hacer lo que creas más conveniente porque soy incapaz de separarme de ti pero si te molesta todo esto que siento creo que tienes que saberlo y pasar de mí o lo que creas más adecuado, porque lo último que quiero es que te sientas molesta o incomoda y más si es por mi culpa.
Si pudieras llegar a entender cuanto te echo de menos y cuanto te deseo cada noche de mi nueva vida, las veces que mis lágrimas han dibujado tus recuerdos en mi almohada y las ganas que tenia de cobijarme bajo tu frio abrazo mientras me sentía amenazada por el aliento de un nuevo día.
Muerte, si pudieras volver a escucharme me gustaría que supieras que tienes el último soplo de mi corazón y que mis labios despiertan titubeantes tartamudeando tu nombre mientras esperan llegar a un túnel que apague la luz.

viernes, 22 de octubre de 2010

soñar en sueños

Se perdían en el viento los susurros de tu voz,
Quemando la caja que te guarda en mi interior.
Se silenciaban los gritos de dolor,
Transformando un abrazo eterno en un gesto precoz.
Escucharte respirar es demasiada distancia,
Poderte acariciar, algo que no sucederá en la realidad.
Conquistar tu mirada, fantasías para olvidar,
Dormir para despertarme y empezarte a pensar.
Revivir el antiguo futuro
En que nos solíamos encontrar,
Olvidar ese ente que no compartiremos más.
Recordar las pasadas historias
En que mi corazón solías habitar,
Despertar y transformar los sueños en realidad.

lunes, 11 de octubre de 2010

Tras el humo de los sentidos

Humo, cada mañana abrimos los ojos para ver un abanico casi infinito de posibilidades en nuestra vida, pero todo es humo. Un humo que entela nuestra mirada confundiendo a nuestros ojos con falsas imágenes que se postrarán en nuestra retina como si fueran un tatuaje no deseado. Una capa gaseosa tan fina que es casi inapreciable para nosotros, quizás porque desde el mismo día en que nacemos ese humo ya forma parte de nuestra vista pero a pesar de su escaso grosor presenta una densidad tan elevada que no podemos definir nítidamente ninguna de las imágenes que se esconden tras ese muro humeante, reduciendo nuestra visión a la mera intuición.
Sin embargo aun nos quedan cuatro sentidos más con los cuales podremos desnudar la realidad.
Podremos alzar la mano entre las cortinas de humo y buscar una textura, un cuerpo al que aferrarnos y palpar su contorno. Buscamos algo en nuestra ceguera ya que sentirnos sujetos nos da la seguridad de que hay algo a lo que podemos aferrarnos puesto que no sabemos que es, pero al menos, está ahí.
¿Pero a que nos aferramos? ¿Qué sienten nuestras manos al sujetar ese elemento? Se aferran a lo primero que encuentran en su camino, simplemente se aferrarán a la indiferencia y a la conformidad.
Si, ahora estamos ciegos y nuestro tacto actúa sin lógica pero quizás alguno de los demás nos sirvan para poder distinguir puramente lo que hay ahí.
Nos queda el gusto y el olfato. Podemos respirar profundamente y abrir nuestra boca para que nuestra nariz distinga los aspectos del olor que nos rodea y poder forjar una leve imagen en nuestra mente o dejar que nuestras pupilas se llenen del gusto que se esconde fuera de nuestra boca pero nos encontramos que nuestros orificios se llenan de humo, nuestra boca recibe un gusto insípido y vomitivo mientras que nuestra nariz siente la indiferencia de un aire que no le transmite nada o que como mucho lo pudre lentamente.
Lentamente perdemos la esperanza de poder siquiera imaginarnos algo sin la distorsión que implica encontrarse en esa situación porque a través del humo imaginamos, por no decir mejor que creamos a través de simples intuiciones, aunque la imaginación en el fondo sea eso.
Finalmente nos encontramos no sabemos dónde, únicamente con la esperanza de escuchar algo, un sonido que llegue a nuestros oídos y encienda un minucioso mecanismo que creé una reconstrucción del lugar donde nos encontramos. Nos quedamos en silencio con la intención de divisar ese sonido y a los pocos instantes nos encontramos bañados por una infinita cadena de percepciones auditivas. Son tantos los sonidos que captamos que nos parece estar en ningún lado, de repente todo se desvanece, nos encontramos sumidos en un silencio total, quizás teníamos la sensación de que al no escuchar nada podríamos distinguir algún sonido pero no se percibe nada. Todo está en silencio y como mucho alguien será capaz de escuchar sus pensamientos, pero estos le serán inútiles para distinguir la realidad.
¿Entonces como saber que hay al otro lado de la pared humeante? ¿Qué hay en la realidad? Dudosos y vencidos, soltamos un suspiro que crea una pequeña brecha en el humo, a través de la cual creemos encontrar la respuesta a nuestras preguntas e inquietudes pero a la otra banda únicamente hay un cuadro, una imagen aun húmeda por la pintura y nuestra mente se vuelve a llenar de preguntas cerrándose nuestro dialogo interno con un ¿habrá algo tras esa capa de pintura?
Que alcanzará su culminación con el último suspiro, ese que se oscurece con nuestra última duda ¿existirá la realidad?