jueves, 17 de junio de 2010

Paseos sin final


Me encontraba dormido, era ajeno a todo lo que ocurría en el exterior de mis parpados, de golpe todo se rompió, una voz proveniente de la nada resonó entre las paredes de mi cabeza, sus palabras eran incomprensibles, eran impronunciables para cualquier ser humano. Al cabo de un rato volví a dormirme, me desperté pasadas unas horas. Estaba en medio del parque, estirado en ese viejo banco en que una vez me había sentado a mirar pasar el tiempo.Esta vez estaba allí sin ningún motivo, tan solo estaba para evitar sentarme en el sofá esperando que el teléfono diera algún signo de vida.No sé si la desesperación o la idiotez me hicieron coger los auriculares de encima de la mesa y empezar a caminar bajo los efectos de esa música que se repetía siempre en mis viajes y paseos.Atravesé la puerta, saliendo al exterior de la casa con ciertas dudas y ningún destino. Cerré la puerta y de golpe tuve ganas de volver a entrar ¿y si suena? Pero mis manos escudriñaban todos los espacios de los bolsillos del pantalón como si fueran el típico arqueólogo con sombrero que busca desesperado el cáliz sagrado.Las llaves no estaban en ningún lado y aquí no había ningún pasadizo donde pudieran ocultarse, ni siquiera existía un agujero por el cual se hubieran podido caer. Estaban dentro, sin más opción la música se volvió a encender en mis oídos y mis piernas caminaban sin destino, una vez más. Donde me llevaban no lo sé, tampoco sabía que hacia ahí fuera, desprotegido de todo, me encontraba perdido. Sin embargo esa ha sido la única vez que escogí un camino.Mis pasos trazaron una ruta que transcurría por un sinfín de lugares tan cotidianos que se tornaban desconocidos y al final acabé aquí estirado en ese banco sin nada más que hacer que tararear la siguiente canción. Mientras esperaba que las horas acabasen de jugar hasta que fuera el momento de volver.Todo era igual, cada segundo era una copia del anterior. No sucedió nada, parecía que ni siquiera el aire existiera en ese instante hasta el punto que se hacía difícil respirar.Ese momento fue el instante que mis ojos, los cuales aun no sé si estaban abiertos o cerrados se conjuraron con el inerte paso del tiempo para crear un ilusorio juego de luces y colores que se materializo en una sombra. Un cuerpo oscuro que cada vez se acercaba más al banco donde yacía y que lentamente iba perdiendo su color para mancharse con pinceladas grises, blancas, negras y lo que más tardo en llegar, dos motas azules que sobresalían en medio de un pequeño haz luminoso.De golpe no sé si me dormí o desperté pero esa imagen desapareció de repente, la música seguía sonando y el tiempo avanzó de inmediato. En un instante se tejió un leve manto nocturno y mis piernas volvían a moverse solas, recorrían todas las desérticas calles de retorno a casa. En ese trayecto todo era silencio, un silencio que se bañaba en unos haces luminosos espolvoreados en un tejido azulado.

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