viernes, 28 de enero de 2011

Deseos incumplidos

Era una noche más, un instante repetido tantas veces en su vida que parecía formar más parte del pasado que del presente, simplemente era ese segundo en que el tiempo se detenía y estaban juntos. Los dos, sentados en un banco del paseo de San Sebastián, se hablaban en medio de silencios mientras contemplaban el triste romper de las olas contra los muros y sentían que con cada nuevo oleaje estaban un poco más lejos el uno del otro. Las olas continuaban muriendo en las pedreas paredes de un mar de silencios que se bañaba únicamente por un fino cordel de farolas semi apagadas.

De repente uno de ellos recobró la voz y dejando de mirar al horizonte y girándose hacia su izquierda dijo: ¿Puedo pedirte un favor?

─ Claro que sí. Dime.

─ Pídeme que me quede aquí contigo, no dejes que me vaya.

─ No me pidas eso, no puedo hacerlo.

─ ¿Por qué no? ¿Tanto deseas que me tenga que volver a ir?

No es eso, no quiero que te vayas pero no puedo pedirte que te quedes. Ahora mismo no hay nada que desee más que tenerte aquí para siempre, pero no puedo pedirte que lo dejes todo por quedarte.

─ ¿Por qué no? Sabes que si lo hicieras me quedaría contigo.

─ Lo sé, por eso soy incapaz de pedirte que lo hagas. No me imagino sin ti pero no puedo pedirte que hipoteques tu vida por mí. Lo siento mucho.

Tras un instante de silencio y expulsar un último suspiro, en el cual perdió parte de su vida, recuperó la palabra: ─ Quizás tengas razón, no sé cómo se me ocurrió pedirte esto.

Miró por una vez más su rostro y tras regalarle el esbozo de una última sonrisa donde guardaba todo su cariño volvió a mirar al mar. Parecía como si aquella conversación nunca hubiera existido o que si lo había hecho se encontraba arrastrada por las olas que observaban pero a pesar de que todo estaba bañado por el mismo silencio que hacía unos momentos, en el fondo nada era igual. Tanto él como ella se preguntaban si quizás había sido un error, ¿por qué había preguntado tal tontería? ¿Por qué no era capaz de haberle dicho que se quedará cuando era lo que más deseaba? ¿Por qué no eran capaces de mirarse una vez más y sabiendo que quizás el destino no les permitiría volver a encontrarse eran tan estúpidos de no compartir un último beso?

Sus preguntas seguían bañando el espacio con insulsos silencios que avivaban sus temores y de repente dejaron de observar el nocturno horizonte para ver como sus sueños morían con el primer rayo de luz con el que les bendecía el amanecer de un nuevo día, pero para ellos era diferente, se miraron con temor y tras levantarse y fundirse en un beso que resumía todo lo que soñaban y no podían vivir se disolvían entre las calles vacías para refugiarse en un sueño donde pudieran estar juntos y no tuvieran miedo.

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