martes, 27 de abril de 2010

Bienvenidos al país de la duda



Porque hoy el día no empieza con esa historia que deshace la cama como aquel amor tan fugaz, que en ese cuarto de hotel parecía inmortal.
Porque hoy no vuelven miles de historias con los ojos llenos de perdón, porque aunque sea demasiado tarde sus besos solo intentan humillar a la soledad en cualquier rincón.

Hoy el día empieza con otra historia.
Un cuento de príncipes y hadas, de dudas y de locuras.

Espero que mi memoria no desfallezca de la misma forma que lo hizo mi mente, así que perdonen las incertidumbres y los posibles errores de esta historia, una historia que se escribe sobre la marcha, igual que la vida misma.
La vida que tiene un guion y en la que cada paso desbloquea un nuevo camino.

No recuerdo en que tiempo sucedió ni el lugar exacto de estos hechos, pero si no me equivoco me pareció escuchar entre el gentío poblado, la historia de una biblioteca, una palabra que desconocía.
¿Cómo podía conocer alguien de la aldea, una historia semejante?
Empezaba en mí a arder un intratable deseo de descubrir semejante aventura. Como podía una simple palabra provocar tal excitación en mi interior, que me incitaba, casi me obligaba a partir en su búsqueda sin saber siquiera si existía.
Pero era tan grande el deseo de descubrir ese paraíso que sin darme cuenta estaba de camino, no sabía hacia donde pero ya había partido.
Mil pericias me parecieron vivir para encontrar un edificio como cualquiera, paredes de piedra, desnudas al viento salvo algunos pedazos que se protegían con un fino vestido de hiedra, pero puede que las maravillas se amontonen en su interior, pensé. Una extraña curiosidad me invitó a entrar en aquella edificación.
Mis ojos deberían estar engañados por un hechizo, no era más que una casa que intentaba imitar la supremacía de un castillo. Una casa bastante oscura por cierto, y que en lugar de tapices tenia las paredes cubiertas con cientos de hojas unidas entre ellas en diversos volúmenes.
Mi curiosidad volvió a vencerme y mi mano se rindió sin oponer resistencia a tal estímulo. De repente tenía esos extraños pergaminos a los que después me enteré que llamaban libros.
No se que me hizo escoger ese precisamente, había millones de ellos y fue ese, no el más grande, no el más pequeño, no el más cercano, ese, ese libro de cubierta verde y letras doradas.
Letras que ponían: “bienvenido al país de la duda” en aquel entonces no sabía leer y dudo que ahora sepa más que antaño pero algo me alentaba a abrir sus muros y observar su interior. Todo eran letras, me mareaba ante tal desorden, busqué enloquecido un pequeño dibujo y no encontré más que letras, una detrás de otra, todas perforando mis ojos como si intentaran arrancármelos, hasta que caí rendido, me desmayé sobre el suelo.
Las letras continuaban atacándome, pero ahora la víctima era mi celebro, recibía cientos de flechazos de ellas. Mientras tanto, empezaba a vislumbrar una habitación llena de luces, había una cama y una doncella que parecía un ángel, cortinas de terciopelo y miles de ornamentos inundaban la alcoba. De repente mi mirada se quedo hipnotizada sobre la cama, la doncella no yacía sola en aquel lecho, había un cuerpo más, pero únicamente podía mirar y admirar aquel ser hermoso como los rayos del sol al vencer a la noche.
El tiempo ahora ahogaba el ambiente, mientras, observaba como la luz de la luna se apagaba por no saber bailar ese tango y la dama se teñía de oscuridad al caer la noche por no saber que acontecer. Pero mientas el oscuro telón cubría el manto estelar, esa hada se daba cuenta que su perseverancia y la cruel resignación de esa magia no los iba a dejar ser más que dos amantes del montón y en un arrebato de locura, se levanto y mientras se acercaba a un pequeño mueble, no dejaba de mirar hacia el cielo con ojos lagrimosos.
Sus manos abrieron precipitadamente el cajón y extrajeron de su interior unas tijeras esculpidas en bello dolor.
Volvía a la cama con la misma belleza con la que se levantó, pero algo me decía que no con la misma ilusión. En un acto de locura, su mente se nublo y con dicho pensamiento alzó las tijeras y recortó sus alas. Ahora era humana, era otra imperfección más en el mundo de la vanidad, otro ser que podía soñar junto a su amado.
La noche pasó y el sueño venció a la joven que cayó en los mares impasibles de la fatiga haciendo que cayera en el colchón abrazando aquel joven que parecía no darse cuenta de lo sucedido.
Las horas pasaron y no pude moverme de aquel lugar, necesitaba ver que sucedería y así yo también me quedé dormido entre las caricias de la noche, hasta que los finos hilos de luz emprendían un cosquilleo incesante en mí. De golpe desperté, la muchacha tenía el rostro diferente, ahora solo se veía dolor y venganza en sus facciones, el chico despertó con la imagen de un objeto afilado a tan solo 3 centímetros de su faz.
No sé qué sucedió después, no sé que más aconteció en aquel lugar, tan solo podía ver el rostro de una joven adolescente que sonreía al verme despertar, el suelo pedregoso se cambio por unos cojines a base de helechos, y el libro por cientos de caricias.
Lo busqué por todo el lugar, y al fin lo encontré, pedí a la joven que me enseñará a leer y una vez preparado para conocer el final de aquella historia, el libro se desvanecía en mis manos de la misma forma que la arena se cuela entre los huecos de un sueño.
El tiempo pasó y creo que el final nunca se rebelará.
El final podía escribirlo por mí mismo. Puede que tan solo fuese una visión, puede que fuese una lección para no cortar mis alas ante mi futura acción.

2 comentarios:

  1. aiiis pero quee cosa más bonitaa! danii, como puedes escribr tdo esto ? vv' sin palabras..
    poque cada vez que leeo algo en este blog quedo mas sorprendida, parece que estas letras tegan más que vida, hablan x si solas y me llenan de emocion! :)

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  2. ole xd aver si aoa me vas a kitar el puesto con tus comentarios xd

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